Pantafotos

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S upongo que el colega de la foto de ayer no se cortaría el cabello en una peluquería de pueblo como ésta, bastante activa un domingo de 1979 por la mañana en el pintoresco poblado indígena de Chichicastenango, en Guatemala.

E l otro día me fui a cortar el pelo y me acordé, no sé por qué, de esta imagen. Se trataba de un colega y la tomé durante una conferencia de prensa en el Palacio Legislativo.

T ras publicar la foto de ayer me quedé pensando. El domingo último presencié (y fotografié, claro) lo que supongo sería la procesión anual de Corpus Cristi. Mirando la foto me entró la duda, ¿se olvidaron de la bandera o es que como se trataba de una marcha por motivos espirituales ésta era simplemente invisible?

E sta mañana me crucé, de camino a la agencia, con una concentración de trabajadores que aguardaban el inicio de un acto por el paro general parcial. Un grupo de ellos acarreaba una bandera roja de 300 metros de largo. ¿Se olvidaron la banderita en casa, muchachos?

M e molesta muchísimo, es una verdadera incompetencia, el cartel está colocado al revés. No me imagino cómo va a hacer la gente para interpretarlo, a menos que se pongan cabeza abajo, como tuve que hacer yo mismo...

S igue el viento y el bajel continúa refugiado en tierra firme. No hay caso, cáscaras de nuez eran las de antes...

H oy hay bastante viento y el bajel consideró más prudente permanecer en tierra, no hace falta arriesgarse sin necesidad.

E sta mañana temprano llovió por acá, por Montevideo, aunque ya volvió a salir el sol. De todas formas, siempre queda el recurso de mirar una imagen luminosa y alegre para olvidarse por un momento, aunque más no sea, de las sombras.

T ambién la pobre bicicleta aprovecha la tibieza del sol, como residente permanente en el balneario, ella sabe muy bien lo que es el invierno cuando el viento despiadado sopla con aviesas intenciones desde el sur.

Y a va quedando poco sol, se viene el frío del invierno y la costa uruguaya da al sur, por donde entran esos vientos gélidos que tan tornan tan penoso el invierno. Pero mientras que de algún restito de sol, hay que aprovecharlo.

C uando uno se aburre un poco de mirar el mar, hay otras cosas para rescatar con la mirada.

E n esta época del año, el sol está orientado de tal modo que ofrece un juego de luces y sombras característico, "estacional". No me canso de recorrer los mismos lugares -en este caso la rambla de Piriápolis- viendo cómo cambian las cosas cuando cambia la luz. De paso, mediante la insistencia, puede ser que algún día consiga una imagen que me deje realmente satisfecho.

N adie me va a convencer de lo contrario, si en la playa hubiese estado en exhibición alguna escultural figura femenina en bikini, el señor a la izquierda no habría estado tan enfrascado en la lectura de su diario.

S eguramente el discurso de la compañera era un poco aburrido, o quizás ella ya sabía lo que iba a decir, así que apeló al plan B y abrió su periódico militante, aunque en fin, no dejaba de ser más de lo mismo.

É l no se daba cuenta, pero le estaban leyendo el periódico por encima del hombro. Ahora bien, si entendí la explicación que me dieron acerca del robo de ancho de banda de un wi-fi ajeno y aplicamos el mismo criterio, el pobre hombre debía estar leyendo un poco más despacio de lo normal, ¿no?

L os diarios tienen múltiples usos, una vez leídos pueden servir para muchas cosas, a gusto del consumidor.

L e recuerdo a los cibernavegantes que surcan estas páginas que "cliqueando" en las fotos se despliegan a mayor tamaño. Por las dudas.

E stas vendedoras de diarios potosinas me estaban esperando ubicadas en el entorno de tal manera que cuando pasé por allí, únicamente tuve que llevarme la leica a la cara, mirar por el visor y apretar el disparador, la composicíón ya estaba resuelta de antemano. Fácil ¿no?

Y por supuesto que un diario siempre es una alternativa para aquellos que no deseen emprender lecturas más complejas.