Caos
A retornar de mi primer viaje a la India, en 2002, me prometí a mí mismo que era la primera y última vez que iba a ese país. La experiencia de haber pasado seis semanas inmerso en un caos absoluto y en un estado de permanente incertidumbre respecto a todo, parecía enmascarar todas las experiencias fascinantes que había tenido. Mi cabeza occidental, educada (¿mal educada?) en la universidad en el cartesianismo más ortodoxo, parecía haber desarrollado anticuerpos anti-indios.
Demostrando una vez más lo poco confiable que soy en algunas de mis firmes resoluciones, retorné al subcontinente cuatro años después por otro mes y medio, esta vez acompañado y con un itinerario bastante diferente.
Además, había leído bastante sobre el país y su cultura y estaba mejor predispuesto para enfrentar los inevitables inconvenientes que nos acechaban, pero de todas formas, al terminar el periplo y pese a contar con una nueva cosecha de buenas fotos, me dije "¡Esta vez es definitivo, ya no vuelvo más!"
En 2008 tenía previsto retornar a China y el Tíbet, pero como es conocido, el horno no estaba para bollos por allá, así que decidí cambiar de destino -ya tenía el pasaje comprado- y desviarme hacia la India, esta vez recorriendo el sur y el este de ese país inmenso y variado.
Lo vi con otros ojos, había decidido tomar el toro por los cuernos y me preparé leyendo algo sobre la teoría del caos y el pensamiento complejo de Edgar Morin. La India puede parecernos un caos permanente, pero funciona y progresa, a pesar de todo. Algo se me había escapado en los viaje previos. Esta vez me fue mucho mejor.
Me costó un poco, pero creo que me he sobrepuesto un tanto a mis prejuicios. La próxima vez que vaya, seguro que regreso encantado.
Demostrando una vez más lo poco confiable que soy en algunas de mis firmes resoluciones, retorné al subcontinente cuatro años después por otro mes y medio, esta vez acompañado y con un itinerario bastante diferente.
Además, había leído bastante sobre el país y su cultura y estaba mejor predispuesto para enfrentar los inevitables inconvenientes que nos acechaban, pero de todas formas, al terminar el periplo y pese a contar con una nueva cosecha de buenas fotos, me dije "¡Esta vez es definitivo, ya no vuelvo más!"
En 2008 tenía previsto retornar a China y el Tíbet, pero como es conocido, el horno no estaba para bollos por allá, así que decidí cambiar de destino -ya tenía el pasaje comprado- y desviarme hacia la India, esta vez recorriendo el sur y el este de ese país inmenso y variado.
Lo vi con otros ojos, había decidido tomar el toro por los cuernos y me preparé leyendo algo sobre la teoría del caos y el pensamiento complejo de Edgar Morin. La India puede parecernos un caos permanente, pero funciona y progresa, a pesar de todo. Algo se me había escapado en los viaje previos. Esta vez me fue mucho mejor.
Me costó un poco, pero creo que me he sobrepuesto un tanto a mis prejuicios. La próxima vez que vaya, seguro que regreso encantado.
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