¿Y el casco?

Era el primer día del año y me tocaba trabajar. El centro estaba casi vacío, todo el mundo estaba recuperándose de los excesos gastrodigestivos y pasé junto a ellos, no recuerdo si yendo o volviendo de la agencia.
El hombre de la moto pensó -acertadamente- que no iba a haber inspectores de tránsito sueltos, así que sacó al perrito a pasear. Como se nota que era una persona respetuosa de las reglas del tránsito, se detuvo en el semáforo como corresponde. El perro miraba en todas las direcciones, cómodamente instalado en el asiento trasero, disfrutando el paseo muy orondo.

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