Miro la imagen de ese joven, sentado solo en medio de la multitud (seguramente estaba esperando el autobús) en una gran ciudad de un país rico en historia, pero pobre en recursos económicos, y me quedo pensando si el lamento de Kavafis, el poeta alejandrino, lamento por su propia vida, pero que para otros bien podría ser un amargo vaticinio, no será lo que le tiene reservado el futuro:
"
No hallarás otras tierras, no hallarás otros mares.La ciudad te seguirá. Rondarás las mismas calles. Envejecerás en los mismos barrios;en esas mismas casas tu cabello se tornará gris".
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