Pola y el gato

Sea que escuchó el ruido de los cubiertos o porque olfateó el aroma de la comida, el caso es que el gato del vecino se apareció, acompañado por la perra, precisamente a la hora de la cena, en Piriápolis, adonde habíamos ido por el fin de semana.
Mediante argucias típicamente felinas se las arregló para despegarse de su bonachona compañía canina y entrar adonde estábamos comiendo, tras lo cual desplegó toda su seducción hasta que consiguió que lo invitásemos con pollo.

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