Cosas de flores

Las flores del cantero se morían de envidia al ver a sus hermanas, ubicadas sobre el flotante vestido de esa mujer que pasaba junto a ellas rápidamente sin siquiera mirarlas, porque aunque iguales a ellas, gozaban del indudable privilegio de poder pasearse por la ciudad sorprendiéndose a cada instante con la vida a su alrededor, e incluso de poder charlar con otras flores de tanto en tanto.
"¡La vida es injusta!" -rezongaban con resentimiento- y en eso no se diferenciaban para nada de nosotros los humanos.

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