Elefante

Había tomado un rickshaw para ir hasta la estación de ferrocarril de Varanasi, un doble error, primero, porque no conseguí pasaje, vencido por la burocracia y desestimulado por las colas, y después, porque al llegar terminé discutiendo con el conductor del triciclo, algo que se venía repitiendo con frecuencia, por desgracia.
En el camino nos cruzamos con el elefante, que avanzaba raudo y agitando su cola con energía y buen ritmo. Al adelantarlo, el conductor del rickshaw no se inmutó, fuere por fatalismo o porque realmente no había de qué preocuparse, pero yo, mientras pasábamos junto a esa mole gris, rezaba para que el paquidermo no sufriese ningún tipo de transtorno digestivo, al menos mientras estábamos detrás suyo.

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