Los bares tienen aspectos negativos, aparte de la pérdida de tiempo y dinero que pueden significarle a sus frecuentadores. El alcoholismo es el más obvio y serio; algunos parroquianos acuden al boliche directamente para embriagarse, y la veces lo hacen con tanto afán que luego ni siquiera consiguen volver a casa. Personalmente, prefiero los cafés a los bares. El alcohol puede ser un veneno, aunque en oportunidades he tomado algunos brebajes que han insistido en hacerme pasar como café, que también lo eran.
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