No bien se despertó, el domingo por la mañana, tras desperezarse y echar una mirada exenta de curiosidad a su alrededor, el hombre encendió la radio y sintonizó las noticias. Ese gesto casual y común lo llevó a cabo un desabrigado, un hombre maduro que desde hace años duerme allí, o muy cerca. Pide limosna y pasa gran parte el día acostado en ese lugar, como si hubiese echado raíces. Pero también escucha la radio, como cualquiera. ¿Habrá publicidad radial específica para los linyeras?
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