Imperturbables

No eran aún las cinco de la tarde y ya el centro se estaba quedando vacío. Las empleadas de las tiendas de la cuadra, portando bolsas con regalos navideños, se estaban apresuradas a sus casas, si es que no lo habían hecho ya.
En la vereda el corro habitual de ajedrecistas seguía allí, como si no fuese 24 de diciembre, imperturbables, aunque no sé por cuánto tiempo más. ¿Qué puede ser más interesante que una final de dos alfiles y rey contra rey, por ejemplo? Pongamos las cosas en su justa dimensión...

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