Sala de lectura con café


El Soro era un buen lugar para leer; el murmullo constante de las numerosas conversaciones hacía de cortina sónica y permitía concentrarse en la lectura con facilidad. Un simple café era todo lo que se requería consumir para poder quedarse durante un tiempo indefinido, o más bien definido por la hora del cierre, pasando el tiempo solo o en compañía.

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