Hugo Fattoruso

Pidió prestado el acordeón, hizo un comentario acerca de que era igual al suyo, pero que tenía las teclas separadas a otra distancia una de otra y a continuación atacó un animado forrô que me complicó un poco la toma de las fotos, porque las piernas se me independizaron y pasaron a seguir el endiablado ritmo de la música por su cuenta, con lo que me costaba mantener quieto el resto del cuerpo.

Comentarios

Entradas populares de este blog

La nao

En capas

Café en Broadway