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Mostrando entradas de noviembre, 2012

Imprevisión

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L a mesa estaba pronta para la inauguración. Detrás había un mural listando prolijamente a los amables patrocinadores. Pero organizar eventos importantes no es tarea fácil y me temo que esta vez se había deslizado un pequeño error: dudo que las dos botellitas que se enfriaban en el hielo fuesen suficientes para saciar la sed de tantas copas. Por suerte me fui antes de que comenzasen los reclamos.

Surrealista

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U na de las cosas que me atraen más del reportaje es la posibilidad de encontrarme con sorpresas, a veces sin relación directa con lo que voy a fotografiar. Esta imagen extraña, que me recuerda a otras que tomé en los andes peruanos durante la Semana Santa de 1977, me estaba esperando en la iglesia de San Francisco, en Montevideo, adonde fui a fotografiar una instalación que forma parte de la Bienal de Montevideo, a la que ya me he referido antes.

Antes del ataque

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H ace unos cinco o seis años había, a la entrada de la escollera Sarandí, un puesto de venta de bebidas y comestibles. Su aspecto era decadente, muy montevideano y consistía poco menos que en un carrito de chorizos apenas mejorado. Un aciago día un grupo de urbanistas, seguramente pertenecientes al selecto grupo de los Illuminati , decidió, concurso mediante y con todas las garantías del caso, barrer con todo lo que había allí afeando el paisaje y en su lugar construir una plaza   ad hoc . El proyecto seleccionado consistió en un diseño innovador que concluyó en una construcción curiosa de corte post-apocalíptico, un paisaje que sugería una zona alcanzada por un ataque nuclear sorpresivo y exitoso. No importó que el modesto carrito proveyese de tortas fritas, chorizos, refrescos y agua caliente para el mate a los cientos de montevideanos que iban a pescar a la escollera o simplemente a pasear cada fin de semana. Ahora no hay nada, solo un páramo, que aunque ya no es radiactivo, sí...

Engañoso

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E ste viernes pasado, cuando iba a fotografiar la Bienal de Montevideo, frente al gran edificio del Banco República vi pasar a este grupo de señores de traje y corbata. Inmediatamente me vino a la memoria la City de Londres, con sus caballeros de traje formal, bombín y paraguas, aunque no llueva y supuse que los de mi foto serían otros tantos businessmen . Error. Momentos después me encontré con un amigo que estaba en la organización de la bienal, que me dijo que no eran ni funcionarios bancarios ni hombres de negocios, sino agentes de seguridad. Las apariencias engañan ¿no?

Confusión

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A yer fui a fotografiar la primera edición de la Bienal de Montevideo, evento que recomiendo (ver sitio web aquí ). Cuando llegué reinaba la confusión; en el centro del hall del hermoso edificio del Banco República terminaban de preparar una instalación de un conocido artista chileno, me arrimé a fotografiarla y de pronto me encontré en medio de una pelea que incluía a ágiles lubolos de lentes oscuros y filosas navajas empuñadas por los mismos artistas. Eso me pareció al menos, confieso que a veces me dejo llevar un poco por la imaginación.

Solitaria

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U na imagen que creo describe alguna forma de soledad, tomada durante la presentación del último libro de una famosa escritora ayer por la tarde.

Espiritual

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A lgunos circuitos ciclísticos son más espirituales que otros, como éste al borde del sagrado Ganges, en la también sagrada Varanasi (Benarés), en la India, programa que incluye la contemplación (o charla) con un   algún  saddhu (hombre sabio, a la izquierda)

Indecisión

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E n mayo de 1978 yo estaba en Paris cuando un grupo relativamente reducido de estudiantes conmemoró los acontecimientos de diez años antes y salió a las calles a manifestarse, aunque sin demasiada violencia. La muchacha de la foto parecía indecisa; durante un rato se quedó mirando en todas direcciones, en medio de la tierra de nadie que separaba a los revoltosos de las fuerzas del orden (CRS, SS!..). ¿A quiénes ofrendarles el ramillete que portaba en el canasto de su bicicleta, finalmente?

Elegancia

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H oy día está de moda entre los ciclistas, sean verdaderos entusiastas o simples simuladores, vestirse con elegantes prendas deportivas, de ser posible de marca, para pedalear orondos por las escasas ciclovías de nuestra larga rambla. Pero lamento decirles que para elegantes, nadie supera ni superará nunca a los italianos, como lo prueba el joven florentino de la foto de hoy.

Prevenido

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V olviendo a los ciclistas, algunos llevan al paroxismo las medidas para evitar ser abusados y agredidos por los automovilistas irresponsables y descuidados. Creo que este señor exageraba un poco, de todas formas.

Verdor

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L a pantalla está apagada y afortunadamente ya no transmite imágenes de algún partido de fútbol remoto. Cae la tarde y la luz destaca las hojas de una planta -cedida por una compañera que no trabaja más con nosotros, para que la recordemos- contra las paredes del casi centenario Palacio Salvo. Llega el verano y la ciudad cobra brillos desconocidos en el invierno, vale la pena estar atento para irlos redescubriendo.

Confuso

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L hasa, la capital del Tibet, está a 4.000 metro de altitud. Pese a que sus habitantes supuestamente están acostumbrados a los efectos de la falta de oxígeno, algunos parecería que sí los sufren. El ciclista de la derecha, por ejemplo: seguramente alguien le dijo que como las calles de Lhasa en algunas partes estaban en mal estado, era conveniente que estuviese preparado por si pinchaba una rueda. En un estado de confusión parcial producido por la hipoxia, el hombre no tuvo mejor idea que llevar cámaras y cubiertas de repuesto. El resultado está a la vista.

El tiempo

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D e regreso en el trabajo, por la noche, me encontré estos ojos que me miraban desde una pared como queriendo hacerme reflexionar sobre la relatividad del tiempo. " Cuando en un lugar es una hora y la gente aún trabaja, en otro es otra y ya duermen ", me pareció que me susuraban en el oído.

Recuerdo

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Y a estoy de vuelta en la tacita de plata, lamentablemente, aún no llegan mis vacaciones. Pero durante casi dos días pude disfrutar de una paz y un silencio desconocidos por acá y pasearme en bicicleta sin arriesgar mi vida como si practicase escalada sin cuerda.

Expectativa

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E sta mañana estaba ventoso en la rambla de Pirápolis, no había casi nadie en la playa, pese a que el sol compensaba la molestia eventual del viento y estaba muy agradable. Todavía falta más de un mes para el verano, pero ya nos vamos preparando para recibirlo como se merece.

Adoración

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V olviendo al tema de las bicicletas y el Tíbet, tanto es el miedo a los accidentes causados por los  birrodados desbocados por las calles de Lhasa, que los aterrorizados peatones le rezan a una antigua deidad Bön, la diosa Rkang Sga Ril ,  personificada algunas veces como una bella joven sonriente y otras como una extraña bicicleta con grandes orejas, para que les conceda la gracia de continuar en vida un poco más. Lo hacen en público, en pequeños templetes abiertos ubicados estratégicamente a lo largo de la la principal avenida de la ciudad, la misma frente a la cual se halla el palacio del Potala

Sudestada

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A yer las predicciones de los augures meteorológicos eran tajantes: siniestros vientos provenientes del sur se acercaban malignos a nuestras desprotegidas costas y era conveniente tomar precauciones, e incluso para los excesivamente medrosos, hasta hacer testamento, si les parecía. Atemorizados por la inminencia de la tragedia y a medida que Eolo se encarnizaba con la tacita de plata, el pánico iba cundiendo entre sus pobladores. Los autobuses corrían a esconderse en sus refugios como paquidermos asustados a través de las calles desiertas, y un solitario carguero se apresuraba a entrar al puerto antes que le cerrasen la puerta.

Accidente

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C omo resultado del vértigo circulatorio en las calles de Lhasa al que hacía referencia ayer, a veces pueden verse espectaculares accidentes, como en la foto, aunque en esa oportunidad no pasó de una desgracia con suerte, ya que ocurrió frente a un puesto callejero de reparación de bicicletas y afines.

Vertiginoso

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A lgo que siempre me tuvo en vilo al viajar por el Tibet, era el vertiginoso desplazamiento de los vehículos en sus ciudades. Tomar un rickshaw en Lhasa, por ejemplo, era como comprar un boleto para una desenfrenada carrera a lo largo de sus espaciosas avenidas, con un desenlace imprevisible.

Pequeñitos

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U na de las cosas que más me sorprendió del Tibet fue encontrar, no monjes voladores, como algunos cronistas relatan, sino a una raza de seres pequeñitos, originaria de las remotas comarcas del oeste del país. Estos seres minúsculos que se desplazan por las calles de Lhasa en bicicletitas también muy pequeñas, pueden constituir un riesgo para la circulación vehicular, ya que es muy difícil verlos en medio del tránsito.

Ciclista

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A ndar en bicicleta es una alternativa interesante para combatir el sedentarismo y de paso descongestionar el tránsito. Lo que sí, acá en Montevideo hay que tener mucho cuidado, no sea que por distraerse admirando el paisaje costero, el/la pobre ciclista termine aplanado/a por un vehículo, como el/la de la foto...

Posesiva

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¡Q uién diría, tan chiquita y ya tan posesiva! Fuere porque desarrolló una temprana afición a los libros o por simple espíritu imitativo, la pequeña Nani decidió ella solita con cuáles libros del montón se iría a quedar. Lo hizo tan apurada que dudo que haya sido la mejor elección, de todos modos.

Precavidos

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M ientras aguardaban a que se diese inicio a la operación de descarga del barco, estos portuarios jugaban a las cartas. Aunque estábamos dentro de un contenedor acondicionado como refugio para la lluvia y demás inclemencias, algunos conservaron  sus cascos y chalecos de seguridad. Es que nunca se sabe y más vale precaver...

En la escollera

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L loviznaba cuando lo vi navegar por el canal, aproximándose rápidamente a la entrada del puerto. Me apresuré para llegar a la extremidad de la escollera Sarandí para verlo mejor -incluso corrí un trecho- y al llegar allí estaba ese solitario pèscador, indiferente al viento y a la lluvia, seguramente sin molestarse por el pasaje del barquichuelo a poca distancia de donde había hundido su línea de pesca.

Enfermizos

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E stos tres jóvenes ingerían un refrigerio antes de tomar parte en la macabra marcha zombie, y a decir verdad, presentaban un aspecto bastante enfermizo. No me extraña, estaban comiendo "comida chatarra", difícilmente podrían lucir más saludables.

Paisaje desolado

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A hora ha vuelto ha salir el sol, pero hace un par de días, el paisaje costanero de Piriápolis me recibió cijijunto y con exagerado dramatismo. Que la tormenta, que el mar, las olas y el viento ( sucundún, sucundún ). ¡Basta de tonterías y a encarar la primavera seriamente de una vez por todas!