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Mostrando entradas de junio, 2013

Esta tarde

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E sta tarde en la Rambla Sur descubrí a esta pareja adentrándose valientemente en un sombrío bosque de gigantescas palmeras junto al río-como-mar.

Iglesia en Chiloé

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L as iglesias chilotas también están construidas de madera y generalmente son muy interesantes, parecen detenidas en la hora de otro reloj. La última vez que estuve allí muchas de ellas estaban recién restauradas y a decir verdad, habían perdido, al menos para mí, una parte de su encanto.

Las casas de Chiloé IV

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C on variaciones según las diferentes zonas del archipiélago, los revestimientos de madera de muchas casas recuerdan a las escamas de los peces, como ya dije. No me fijé si las viviendas también tenían aletas y cola.

Las casas de Chiloé III

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M uchas casas presentan un aspecto de deterioro que las torna sumamente atractivas para fotografiarlas, aunque supongo que no tanto para habitar.

Las casas de Chiloé II

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M uchas casas están revestidas de chapas de hierro pintadas en lugar de madera y también son interesantes de fotografiar. Me recuerdan a las viejas casas de balneario de Montevideo que vi en mi infancia.

Las casas de Chiloé

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L as construcciones en Chiloé son frecuentemente de madera, debido al riesgo de terremotos y suelen estar revestidas por diversos tipos de láminas de madera, como si fuesen las escamas de un pez. Parece algo natural, después de todo es un archipiélago cuyos habitantes viven fundamentalmente del mar, de la pesca y extrayendo mariscos.

Al sol

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E staban bien al sol, mirando la gente pasar atareada y con prisa y ellos allí, con toda calma, acomodados sobre la carretilla. Dos existencialistas.

Fiesta religiosa en Chiloé

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F ue por la mañana durante una fiesta religiosa al norte de Castro, en la Isla Grande de Chiloé, en el sur de Chile, una parte del país que siempre me atrajo mucho, un poco porque está rodeada de mar. Los chilenos son muy religiosos, el 64% se declara católico y se toman las fiestas patronales muy en serio.

Desperdicio

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E s un desperdicio, un verdadero desperdicio. Esos señores ocuparon la mesa junto a la ventana, para después hundir la cabeza en sus diarios, sin siquiera molestarse en mirar hacia la calle. Egoístas.

Obelisco

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E l obelisco de la 9 de Julio en Buenos Aires, una mañana de sol hace 25 años: la bandera bicolor flamea, un reloj marca un tiempo fugitivo, un hombre pasa con un bolso (¿a su trabajo, está de viaje?) y sobre el césped una pareja se abraza a pocos pasos de un hombre solitario que duerme y quizás sueña con que lo abrazan. Otro instante rescatado del olvido por la cámara.

Caballo

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N o sé por qué, pero me gustó la imagen de este caballo, pastando tranquilamente junto al mar, detrás de esas líneas entrecruzadas que pertenecen a la urbanización y con el paisaje por detrás.

Encarnizados

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D ura batalla entre blancas y negras en pleno 18 de Julio ayer por la tarde a la hora pico, con la presencia de numeroso y entusiasta público.

Esperanza

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A ún en los rincones más grises y anodinos de las ciudades hay, siempre, un destello de verde esperanza como para recordarnos, en medio del concreto y el asfalto, que la naturaleza también existe.

A bordo

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U na vez a bordo, los viajeros están con todo el comfort que permite el tren: espaciosos ambientes con cómodos asientos reclinables, cuchetas y demás. Nada supera al tren en comodidad y eficacia.

Espera II

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L os viajeros más precavidos (y que saben leer) tienen recursos para esperar a que llegue el tren, aunque viajen solos y no tengan con quién conversar.

Espera

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E n algunos países, aunque sí hay trenes, a veces parece como si se hubiesen desvanecido en el aire y a los pobres pasajeros que aguardan en las estaciones no les queda más que esperar pacientemente a que se vuelvan a materializar.

En todo su derecho

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P asé por el nuevo local de mi amigo Enrique, el que vende "cosas viejas", como le gusta a él llamarlas, en la calle Tristán Narvaja y en la vereda estaba su perro, muy entretenido jugando con un amiguito menor que él. Es un animal joven y se sobreentiende que aún está en la edad de parrandear, ya lo van a alcanzar las responsabilidades a él también.

Las masas oprimidas

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E n el Uruguay ya casi no quedan trenes, por lo que únicamente las personas mayores (los viejos) podemos recordar, con un poco de suerte, lo cómodo que era viajar en ferrocarril. Algo así como este épico viaje desde Puno, junto al lago Titicaca, hasta la legendaria ciudad de Cuzco, adonde los pasajeros se afanaban por abordar los estupendos vagones.

Últimos días otoñales

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E l otoño se retira, ya le quedan pocos días, al menos según el calendario. Pero no huye, se repliega en buen orden, incluso realizando algunas acciones de retaguardia, como el veranillo que estamos viviendo, para retrasar el avance inexorable del inviern. Ayer la playa de Piriápolis estaba maravillosa. Entonces surge la pregunta inevitable: ¿por qué cuernos estoy de regreso en Montevideo?

El guardián de la playa

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S e va, se va el otoño...son los últimos días soleados antes de que se desencadene el invierno con sus vientos y nieves (bueno, no tanto). La playa está sola, apenas visitada por los últimos de los últimos turistas y, naturalmente, por algunos audaces residentes. Está sola pero tranquila, se siente protegida, pues el temible león alado está allí, siempre atento y vigilante, que para eso le pagan, vamos.

Agobiante

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C omo era un viaje relativamente corto, saqué un pasaje común, es decir de "asiento duro" (hard seat), lo cual fue un acierto y también un error. Acierto porque me permitió viajar con indios de menos recursos económicos y ver cómo se las arreglaban. Error porque en el vagón, colmado, hacía un calor insoportable, creo que era el equivalente hindú del infierno cristiano. En el techo había ventiladores por todos lados y claro, ninguno funcionaba. La gente se lo tomaba como hacen todos en todas partes en esos casos, es decir, se aguantaban, igual que yo.

Atrapada

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E ra la hora del rush. Todos corrían a sus casas, a pie, en auto, en ómnibus o en bicicleta. Pero ella permanecía sentada sobre el incómodo banco de hierro, inmóvil, atrapada por su libro, que parecía haberla inmovilizado como una cobra real paraliza a su presa con su sola presencia. Me pregunto qué sería lo que estaba leyendo, porque parecía bueno.

Alternativa

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L as ciudades, aún las de tamaño medio, como Montevideo, son agresivas, estresantes, agobiantes. Para contrarrestarlo, aunque no sea más que en parte, nuestra ciudad ofrece, en su plaza mayor, una interesante alternativa. Se trata de bancos de apariencia común que, sin embargo, permiten a los que se sientan en ellos evadirse del entorno y entrar en otra realidad más relajada y acogedora. Aplaudimos esta creativa e inteligente propuesta de las autoridades de nuestra ciudad, siempre tan atentas a las necesidades de sus conciudadanos.

Sediento

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E l hombre estaba quieto; una rápida inspección visual desde donde yo me encontraba, a unos cuatro o cinco metros de distancia, me permitía notar su aspecto aletargado, como el de una boa constrictor tras merendarse un cabrito. No era para menos, no sé qué habría contenido esa botellita, ahora vacía a sus pies, pero era obvio que se la habia bebido enterita. Espero que haya sido agua y de la buena y no la porquería contaminada que nos quieren hacer pasar ahora por agua potable.

Útil

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E n la Explanada Municipal siempre hay actividades varias, aunque no todas tan coloridas ni útiles como la de la mañana de ayer, adonde unos feriantes exponían y vendían sus productos. Además de la animación visual proporcionada por la diversidad tonal de frutos y verduras, unas peras que compré, pese a la época del año en que vivimos, estaban muy sabrosas (y nada caras).

Tal para cual

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C on su simpática capita multicolor, el perrito se sabía elegante y caminaba con un meneo de compadrito tanguero junto a su amo, ataviado con su chaqueta camuflada, de igual a igual

Disputa

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T ras percibir el interés que nos había despertado su adormilada presencia en los jardines del Argentino Hotel (ver entrada de ayer) la simpática pareja de perritos -creyéndonos turistas- se ofreció de inmediato para acompañarnos y para mostrarnos los encantos de Piriápolis, pero a medio camino presenciamos una pequeña disputa doméstica por la tenencia de un palito que por suerte no pasó a mayores y me apresuré a fotografiar. 

Colaboración

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E s sabido que los perros son guardianes, que nos custodian a nosotros, a nuestros rebaños, pero ¿quién hace la guardia cuando esos celosos defensores de nuestro reposo se echan a dormir? Respuesta: los leones alados. Cuando los perros descansan, con la guardia baja, como esta pareja de simpáticos canes (él y ella) que dormían en los jardines del Argentino Hotel de Piriápolis, algunode los temibles leones alados que reciben a los visitantes monta guardia. Aquí está la prueba, la fotografía no miente.

Paisaje interior

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E l viejo Argentino Hotel de Piriápolis trabaja todo el año. Está bien cuidado, es grande y durante el invierno más crudo es posible disfrutar de sus amplios espacios sin sentirse encerrado y hay ninfas y paisajes alpinos para solaz de los ojos por todas partes.

Tarde otoñal

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U na tarde otoñal comme il faut junto al mar: calma, soleada pero con una temperatura agradable, y para mejorar las cosas, con poca gente a la vista, casi como un paisaje primigenio (bueno, no tanto). Uno de esos momentos en los que uno se da cuenta realmente de cuán pocos somos los uruguayos y todos amontonados en la capital