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Mostrando entradas de octubre, 2013

La diosa sin cabeza

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L a calle tiene sus reglas, sus demonios y sus dioses. Esta tarde, poco antes de llegar a la agencia, presencié a una acólita rindiéndole pleitesía, devoción o lo que fuere a la desnuda diosa sin cabeza que tiene sus dominios en la zona.

Brotes

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L os obuses habían dejado de caer hacía horas pero en el campo de batalla, en medio de las alambradas y los campos de minas, aún se podía percibir el olor acre de la cordita. Sin embargo, de las ramas desnudas de un árbol martirizado que se elevaban al cielo como los dedos de una calavera, ya comenzaban a brotar empecinados brotes primaverales, muy verdes y tiernos. Siempre hay esperanza.

Presencia

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E nvuelto en el silencio viscoso de las calles desiertas, sentí muy cerca de mí, algo así como una presencia inquietante. Miré a mi alrededor y allá sobre la pared de un cementerio, señalado por una gruesa línea roja pintada (¿con sangre?) sobre la vereda, percibí un rostro muy pálido y extraño que me observaba con frialdad. Al tiempo que un escalofrío recorría mis vértebras cervicales, dorsales y lumbares (el sacro quedó igual) y los correspondientes músculos intervertebrales, comprendí, en un rapto de incomprensible lucidez, que se trataba nada más ni nada menos que del justamente temido y manifiestamente odiado Brian.

Mensajes extraviados

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C ontinué mi deambular por el extraño barrio desierto y de pronto experimenté un misterioso salto en el tiempo y me encontré en el presente, un presente con colores pero aún vacío de toda presencia humana. Tan sólo encontré misteriosos mensajes en forma de  graffitis  dejados por quienes estuvieron antes que yo y que, algo me lo hizo saber de inmediato, aunque no sé explicarlo, no habían podido -o sabido- encontrar su o sus destinatarios.

Nani y la calle

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T ras haber pasado una azarosa jornada perdida en la calle -no la podíamos hallar, se había caído de la azotea al pelearse con otro gato- la pequeña Nani decidió tomárselo con calma en el futuro y se acomodó en el pretil de la azotea, mirándolo todo desde arriba con la confianza de quien tiene ocupado el terreno más alto. Como no es un ser humano, la pequeña con toda certeza ha aprendido la lección.

Despoblado

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L a peluquería estaba cerrada, luego, a la vuelta, encontré esta fábrica de algo que también tenía todo el aspecto de estarlo. Creo que sin querer me adentré en un barrio fantasma y ahora que lo pienso, tampoco vi a nadie circulando por las calles...

Reemplazo

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M i peluquero se muda. Tiene su negocio a menos de cien metros de mi casa pero ahora se va del barrio y tengo que encontrar un reemplazo. He estado dando vueltas por ahí, pero por lo visto el oficio no anda del todo bien, algunas peluquerías parecen estar cerradas, no sé bien qué hacer.

Renacimiento

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N o debería ocurrirme, a esta altura del partido, pero cada vez que de unas ramas secas como las de ese árbol recientemente podado (mutilado) surgen brotes nuevos, me sorprendo. La primavera ha llegado.

Cambalache

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S i para Discépolo el siglo XX era un "cambalache", el XXI en el que vivimos no lo sería menos. La imagen del "guerrillero heroico", utilizada hasta el cansancio para cualquier tipo de fines que incluyan el lucro o el provecho continúa viéndose por las calles, por diversos motivos. Habría que ver cuánta gente menor de treinta tiene alguna idea más o menos clara de quién fue el Che.

Amigables

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C uando estuve por allí, encontré a los egipcios, en particular a los de las clases populares, muy amables y amistosos. Este niño, que estaba con su familia en un callejón de la ciudad, me mostraba muy orondo su cuaderno de inglés. No sé quién estaba más orgulloso, sí él o sus familiares.

Callejón

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E ra el Ramadán y la mayoría de los habitantes del Cairo se habían tornado muy devotos, leyendo pasajes del Corán en cualquier lugar, como en este callejón.

Perfilados

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D esde los tiempos de los faraones muchas cosas han cambiado en Egipto. La gente, por ejemplo; tienen otras cosas en mente, piensan diferente respecto a muchas cosas, visten de otra manera. Sin embargo, en algunos aspectos permanecen igual. Por lo que pude apreciar, los hombres representados en los relieves en el muro de ese templo a orillas del Nilo y la gente que pasaba por delante estaban siempre de perfil, una característica muy egipcia, según parece.

Los mismos gestos

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E s interesante ver cuán diferentes podemos ser con los habitantes de tierras lejanas a la nuestra y al mismo tiempo tan parecidos, hacer las mismas cosas, repetir los mismos gestos, como ese lector y ese pescador a orillas del Mediterráneo, podrían estar en cualquier lugar de nuestra costa, dos de nosotros. Un poco como el título del libro de Borges, " El otro, el mismo "

Al galope

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L os caballitos de madera de la feria de diversiones galopaban alegremente mientras más allá, uncido a un carro cargado, el pobre caballo de trabajo trabajaba penosamente. Así es la vida de los equinos, alegría y placeres para algunos y labor y sacrificios para otros...

Platicando

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T res mercaderes charlando amigablemente de camellos perdidos bajo el cálido sol de Egipto, en el mercado de B'elsh, cerca de El Cairo.

El mundo al revés

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L a gigantesca aeronave se deslizaba velozmente por el suelo y más atrás y por encima de ella, una hermosa casita con techo de tejas de dos aguas que se recortaba contra el cielo, parecía espiarla. Como rezaba una famosa canción de Paco Ibáñez, " Todas esas cosas había una vez / cuando yo miraba el mundo al revés ".

Decisión

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Y a es hora de que tomemos el control de nuestro propio destino, de operar los mandos con sabiduría, todo está pronto y aguardándonos, únicamente son necesarias nuestras acertadas decisiones. Basta ya de quejarnos de que las cosas no funcionan; todo está a punto, oprimamos los mandos en la secuencia adecuada y luego corramos, corramos rápidamente lo más lejos posible, por las dudas,

Dulces sueños

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A costada directamente sobre la dura vereda, la anciana soñaba. Sé que lo hacía porque sus sueños eran tan intensos que podía verlos: en ese momento soñaba con una pareja joven y bella, quizás ella misma en el pasado, o nunca, sonriente y enmarcada en el verde de la esperanza. Los transeúntes que pasaban la miraban durante un instante y desviaban los ojos de inmediato, súbitamente aquejados de pudor o vergüenza, pero a ella le daba igual, los sueños siempre superan a la realidad.

Sin matarse

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A unque hoy estoy de guardia en la agencia, las cosas están más bien tranquilas por la parte del mundo que me compete, puedo hacer como el comerciante de la foto, que esperaba por sus clientes con toda calma, sin matarse mucho.

Hiber Conteris

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A yer el escritor uruguayo Hiber Conteris presentó su último libro, El rastro de la serpiente  en la Feria del Libro. Yo había leído uno de sus primeros libros, El nadador , allá a fines de los sesenta y me gustó mucho. Hace poco leí otro, más reciente, cuyo nombre se me escapa ahora y acabo de empezar 10% de tu vida , una novela negra que pinta muy bien.

Rimer Cardillo

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A quí está el retrato que le tomé al grabador Rimer Cardillo en 1983 que mencionara en la entrada de ayer. Fue en su estudio en Montevideo y en ese momento estaba muy ocupado porque se mudaba definitivamente a los Estados Unidos.

Rimer Cardillo

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A yer acompañé a mi amigo, el artista plástico Mario Sagradini, a una galería adonde se estaba montando una exposición colectiva organizada, o curada, por el conocido grabador Rimer Cardillo. Lo había encontrado -y fotografiado- allá por 1983, o sea, hace treinta años. En la foto está dialogando con el artista plástico Pincho Casanova, a la izquierda y con Mario, que no se ve. Aparte de tener el pelo blanco, Rimer está igualito.

Ruinoso

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E sta mañana en la agencia hablábamos del frigorífico Anglo, en Fray Bentos, o más bien de lo que queda de él y estuve mirando fotos que tomé durante un par de reportajes, entre las cuales está la de hoy, del ruinoso muelle desde el cual, hace ya unos cuantos decenios, se cargaba el corned beef con destino a la Gran Bretaña en guerra.

Abandono

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E sta mañana, de camino a la agencia, me crucé con este animalito a quien su dueño/s había/n abandonado a su suerte. Un cartelito en la calle a su lado decía, aparentemente sin mucho éxito, que "abandonar a un animal es un crimen". De acuerdo, pero a este pobre nadie parecía prestarle mucha atención...

Diario

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A yer por la tarde, mientras el público hacía cola para entrar a ver la entrega de los premios literarios Bartolomé Hidalgo en la Feria del Libro, este rebelde leía, pero no un libro, sino un simple diario. Siempre hay alguno que da la nota.

Presentación

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E sta tarde, duante la presentación e su último libro, " Alemania, Alemania ", mi amigo, el escritor Felipe Polleri, dejó que las palabras introductorias las dijese su otro yo virtual, idéntico a él en casi todo, pero según pudo verse, más grande.

Expectante

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T odo estaba preparado: los músicos, la mullida cama en medio del parque, únicamente faltaban los protagonistas de la escena amorosa.

Caos en 18

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E sta tarde imperaba el caos en nuestra principal arteria, algo así como la aorta de Montevideo: mujeres desnudas por completo enmarcaban una entrada virtual a uno de los tantos infiernos locales, por la cual una destemida transeúnte se lanzaba con arrojo, probablemente ansiosa por degustar frutas prohibidas. ¡Y yo que si no me apuraba llegaba tarde al trabajo!..

Excrecencia

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M alhumorada, se sentó un momento a rumiar su fastidio en un macetón junto al río de vehículos que circulaban por la avenida y poco a poco sus aguzadas púas dorsales se fueron desplegando hasta dejarla parecida a un erizo.

El toque

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A lguna gente tiene el sentido de la estética tan desarrollado que le basta con poca cosa, agregar algún detalle a una estructura u objeto común y corriente, por ejemplo, para conferirle de inmediato ese "algo" que lo distingue y torna más bello. Esos tres círculos pintados sobre la maceta de esa planta colocada fuera de un comercio, por ejemplo. Con algo de sensibilidad, es posible hacer bastante con casi nada.