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Mostrando entradas de marzo, 2014

Paris II

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E l Sena cumple en Paris un poco el papel de nuestra rambla, presenta una ruptura en la uniformidad urbana, y sentado en sus márgenes parece que se hace más fácil soñar con el lejano mar.

Paris

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L eía esta mañana en la prensa local acerca de la progresiva pérdida de influencia cultural de Francia en Latinoamérica tras el fin de la segunda guerra mundial y recordaba cuando fui por primera vez a Paris en el 78 a hacer un breve curso en la universidad. Fueron tres meses de vagabundeos por la ciudad, cámara en mano, pues el curso tenía una carga horaria baja y me dejaba mucho tiempo libre. Ni qué decir que tomé muchas buenas fotografías y que guardo el mejor de los recuerdos de ese período.

Deteriorada

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E s cierto que el pintoresquismo de las calles de algunas ciudades por momentos se torna un poco excesivo. No me imagino recorrer calles como esta diariamente sin que me vengan súbitos deseos de plantarme frente a la municipalidad con mi viejo, pero aún confiable lanzallamas ruso LPO-50 entre las manos, instrumento siempre convincente y que zanja rápidamente cualquier discusión.

Panorámico

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H abitualmente voy y vengo del trabajo a pie. Son unos pocos kilómetros, que me permiten, a la vez de hacer algo de ejercicio y compensar el sedentarismo de mi ocupación, tomar fotografías por el camino, ir descubriendo cosas, tratando de sumergirme en lo que Cartier-Bresson, surrealista él, llamara la mayor aventura de todas: descubrir una cosa diferente cada día. No me quejo, pero debo admitir que algunas ciudades son un poco más pintorescas que otras.

Alternativas

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E n esa callejuela de la ciudad sagrada de Nasik, en el oeste de la India, de pronto me vi enfrentado a varias opciones. Podría haberme sentado, esa silla quizás estaba allí para mi, esperándome. Otra posibilidad habría sido la de ascender por una de las dos cortas escaleras y entrar al edificio, pero ¿y si alguna de ellas (o ambas) conducía a esa celda apenas insinuada, cuya ventana enrejada se ve al medio? Estoy seguro de que todo estaba claramente explicado en los carteles afichados en esa pared color cielo despejado al centro pero, ignorante de mí, no leo hindi o lo que fuere. ¿Qué hacer? Opté por la salida más prudente y continué mi camino. Como quien dice, me fui a la francesa.

Sin ataduras

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A yer me refería indirectamente a la seguridad urbana  cuando me refería a la tranquilidad en Piriápolis, comparada con la forma en que se vive actualmente en la capital. Eso me hizo recordar a este señor, un saddhu (hombre sabio) que leía absorto cerca de la orilla del Ganges con toda la paz y tranquilidad del mundo. ¿Quién podría querer sacarle algo a ese hombre que lo tenía todo sin poseer nada?

Al caer la noche

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H a caído la noche y la calma se instala en el barrio (en Piriápolis). Se escuchan únicamente los trinos de algún pajarito despistado, que seguramente tiene el reloj atrasado, los ladridos amistosos de los perros vecinos y poco más. Me recuerda al Montevideo de antes, sin tantos ruidosos automóviles y donde uno podía estar con las puertas de su casa abiertas, dentro de ciertos límites, claro, sin temor a hurtos o súbitos copamientos.

Junto al mar

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F ui a la rambla de Piriápolis a ver las olas y escuchar el rugido del mar pero no era el día más indicado, pues solamente se dejaba oir el rugir de los motores del los autos que participaban en un rally...

La sombrilla

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E n el centro de Mumbai, considerada la capital económica de la India, abundan los ejemplos de la arquitectura colonial dejados por los ingleses al irse.  Esos viejos edificios están frecuentemente disimulados por una pátina gris dejada a lo largo de los años por el hollín de los escapes de los vehículos. Sin embargo, los indios no pueden con su genio y siempre se las ingenian para darle un toque de color a la escena, precisamente como en este caso.

Como allá

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C ontinúa soplando la sudestada en este marzo con vocación invernal y Piriápolis alberga una etapa de un modesto rally local sin que se le bajen por ello los humos, se cree algo así como una pequeña Montecarlo...

Sobrecargado

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E l hombre se arrastraba, más que caminaba, penosamente por las calles del congestionado distrito de Paharhganj. Me acerqué a ver qué era lo que ofrecía, ya que no entendía nada de lo que voceaba pero inmediatamente lo descubrí: entre otras cosas, llevaba a la espalda un par de elefantes ya amaestrados, útiles para todo tipo de trabajos, ya no manuales, sino "trompales". Por eso lucía tan agobiado, dos elefantes son mucho peso para cualquiera, aún en la India.

Duda

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E l problema de no conocer el idioma local, en este caso el hindi , o quizás sea el tamil , el lenguaje de la región, es que al final uno se queda sin saber si esas fotos pertenecen a candidatos políticos, a deidades o a bandoleros buscados por las fuerzas del orden.

Marzo

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M arzo está con prisa por dejar a un lado el verano, un verano de la peor calaña y adentrarse de una vez en el suave otoño. Por eso hoy ha amanecido con lluvia aquí en Piriápolis, y fresco, con una temperatura que vaticina tempranos escalofríos. Sin embargo, algunos han decidido ignorar los presagios y reunirse una vez más con el mar, que ya habrá tiempo más adelante para quedarse en casa junto a la estufa.

Náufragos

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M arzo se va inclinando hacia abril, la playa está cada vez más vacía y quizás sea por el viento, pero el mar ha estado agitado en los últimos días. Hoy pude ver a esos dos náufragos, parecían ser hermanos, habían logrado alcanzar la orilla en sus bicicletas y continuaban hacia la rambla nadando sobre la arena, es difícil a veces ir contra la costumbre, pero el caso es que avanzaban, sempre avanti !

Noviembre de 1994

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D urante las elecciones de 1989 estuve embarcado fuera del país, pero para las de 1994 ya había abandonado la vida marinera para siempre desde hacía más de dos años y pude registrar algo con mi cámara, por encargo o para mí mismo. En esta oportunidad también encuadré en el visor sillas vacías, aunque esta en particular pertenecía a un vendedor ambulante que poco después la iría a ocupar de nuevo.

A la espera

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L as elecciones nacionales de 1984, las primeras después del fin de la dictadura militar, eufemísticamente llamada por los dictadores de turno "cívico-militar", no fueron demasiado libres. Con los candidatos de dos de los partidos de la oposición, Seregni y Ferreira Aldunate, por el Frente Amplio y por el Partido Nacional, respectivamente, proscritos, la opción era clara y al candidato del Partido Colorado, Julio María Sanguinetti, se le hizo el campo orégano. Pero el sillón presidencial estaba vacío y siempre sería mejor que lo ocupase un civil elegido democráticamente que alguno de los sátrapas que habían venido usurpando el poder por la fuerza durante once años.

La que se nos viene

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¡ S e viene, se viene! Una vez que se hayan apagado -o al menos, amortiguado-  los ecos del mundial a mitad de año, acá en el Uruguay tenemos otro partido, bastante más importante y trascendente para nosotros: las elecciones nacionales en noviembre. Hace rato que los profesionales de la política están abocados a preparar su futuro -y el nuestro, sí, sí, claro...- para los próximos cinco años, y la actividad electoral va cobrando forma y adquiriendo el frenesí adecuado. A armarse de paciencia.

Propaganda

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A yer recibí un mail de un colega y amigo inglés que trabaja en el desk de Delhi y me contaba que está pensando en publicar un libro con imágenes, entre otros lados, de Myanmar. Eso me recordó cuando estuve allá en 2000, un viaje que siempre recordaré. El cartel de la foto instaba a unir esfuerzos en la lucha contra el narcotráfico y por lo que mostraba, la lucha tenía que ser como en las películas de Hong Kong o poco menos.

Diseño

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E n el trabajo estamos redecorando y para ello han contratado a un diseñador famoso, un inglés o americano llamado Terry Gilliam , que formó parte de un famoso estudio llamado Monty Python . Los asombrosos resultados de su permanente creatividad nos tienen a todos azorados y esta foto es una pequeña muestra de los que vemos día a dia tomar forma.

Alternativa

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A unque el río Hooghly, sobre cuya margen oriental se asienta la ciudad india de Calcuta, se cruza perfectamente por alguno de los puentes como el que se ve al fondo, es evidente que muchos residentes, quizás desconfiando de la seguridad de los mismos, o por comodidad o por llevar la contra, pasan al otro lado en algún mini ferry como los de la foto, un poco más anticuados pero mucho más románticos.

Protegidos

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N ada mal eso de poder echarse una siestecita, a la hora que fuere, bajo la atenta mirada protectora de un grupo de deidades, aunque sean apenas tres de las alrededor de 2.000 reconocidas que constan en el panteón hindú...

Prolijos

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P arte de la fascinación que siento por la India, un país a través del cual desplazarse constituye toda una odisea, es que en las calles de sus ciudades es posible ver todos los aspectos de la vida humana, desde el nacimiento a la muerte. Naturalmente, el baño no podía estar ausente -los indios son gente prolija- y en este caso este grupo de señores se higienizaba en un baño público improvisado en la vereda.

Confortable

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N o tuve que desplazarme mucho para tomar esta foto porque fue (es) frente a mi casa. Simplemente lo hice desde la azotea, no fuese cosa de molestar al nuevo vecino. Ocurre que junto al basural que tan gentilmente me brindó la intendencia hace unas semanas atrás, alguien dejó un viejo, aunque aún utilizable, sofá y allí se instaló de inmediato uno de los numerosos linyeras (el de la derecha, pero homeless suena mejor ¿no?) acompañado por un amigo. Ahora sí que mi calle comienza a parecerse a una calle cualquiera de Delhi o Mumbai, ya no hay que viajar hasta allá para verlo. Pero lo nuestro es más meritorio: el gobierno de la India no se autoproclamó socialista ni el intendente de Delhi es comunista, al menos que yo sepa, en eso les llevamos la delantera.

Hambrientos

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¿C ómo era que nadie más que yo se daba cuenta? Esos dos leones blancos, una anomalía, por cierto, dentro de la especie, parecían estar hambrientos, o quizás simplemente irritados por algo. La muchacha iba a tener que apelar a sus dotes musicales para apaciguarlos si es que no quería acabar en sus fauces...

Kadao

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H oy se inaugura en una de las salas del CDF una exposición de imágenes tomadas a lo largo de más de 40 años por el gran fotógrafo gaúcho Ricardo Chaves, más conocido como Kadao. Nos conocimos en 1971, cuando ambos, jóvenes fotógrafos, cubríamos eventos en las elecciones nacionales uruguayas y luego continuamos nuestra amistad a través de los años y pese a la distancia. La foto de hoy lo representa durante la Bienal de Fotografía de Curitiba, a la que ambos habíamos sido invitados y en ella Kadao muestra cómo le gustaría ser mostrado en el monumento pedestre que algún día, inevitablemente alguien habrá de realizar en su honor.

En la azotea

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N o sé qué pasaba, pero el caso es que cuando pasé por allí, la familia entera estaba asomada a la azotea, como para mirar algún acontecimiento que ocurriese en la calle.

Contra las tentaciones

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P or supuesto que si uno ha pecado mucho siempre le queda el camino del arrepentimiento y la penitencia. Con un buen acto de contrición, aunque no medie un cura confesor, es posible acceder al paraíso igual. En vez de irse derechito al infierno, el alma pasa un tiempito por el purgatorio, y digamos que en unos catorce mil millones de años ha purgado su culpa y puede subir al cielo tan campante. Flor de negocio, como quién dice.

Tentaciones

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L as calles de toda gran ciudad, como en este caso Londres, albergan numerosas tentaciones y oportunidades para pecar, que toda mujer que se respete y quiera hacerse respetar ignorará olímpicamente,  como si no existiesen en absoluto. Si bien en el momento de tomar la foto temí por la castidad de esas dos damas viéndolas pasar junto a ese antro de perdición, luego lo pensé un poco mejor y descarté toda posibilidad de que incurriesen en la lujuria, ambas parecían ser muy discretas.

Colorido

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E strictamente no es absolutamente necesario viajar a países tropicales para ver casas pintadas con colores vivos, y no uniformemente agrisadas por el hollín de los vehículos, como acá. Pero también es cierto que hay que tomarse el trabajo de buscar un poco.

Mensaje

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N o sé por qué, pero sospecho que esa amante madre que tan originalmente decidió transmitirle su mensaje de afecto a su tierno hijito de 18 añitos, no lo debe ver muy a menudo por casa, lo que la indujo de algún modo a apelar a esa ingeniosa altermativa para manifestarle una vez más su cariño...

A través de los años

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C uando tuve la indelicadeza de encuadrarlo con el visor de mi cámara y tomarle una fotografía, el balcón ya se estaba cayendo a pedazos. Estoy seguro de que tuvo su momento de gloria, cuando estaba recién hecho y se asomaba con orgullo a la calle para ver y ser visto, admirado, envidiado. Luego los años le fueron hincando el diente y su deterioro, probablemente acentuado por una reiterada carencia de mantenimiento, por  desidia o falta de interés por parte de sus propietarios, contribuyeron a que se viese así, decrépito, al borde del derrumbe. En fin, un poco como lo que nos pasa también a los humanos.