Pantafotos

S e lleva a cabo en la Intendencia la Feria del Libro, seguramente hay ofertas muy interesantes, pero por lo pronto, afuera hay música, para los que no se animen, o no deseen,  entrar.

C omo la luz estaba desapareciendo rápidamente y ya no conseguía ver con claridad hacia afuera, apelé a un recurso que utilizo solo a veces, (no hay que abusar), y dirigí la mirada hacia la ventana del misterioso e inquietante edificio que hay al lado del desk, a través de la cual aún se podía ver la imagen, cautiva, de la plaza, que no conseguía vislumbrar si la miraba directamente. Los extraños seres que habitan dicho edificio suelen llevar a cabo esos juegos inexplicables, atrapando imágenes y reteniéndolas un cierto tiempo a su antojo hasta que se hartan y las abandonan.

B ueno, qué tanta Venecia, en Montevideo también tenemos espléndidos y motivadores paisajes, muchas veces de inspiración constructivista, creados por distinguidos urbanistas. se trata simplemente de saber mirar.

¡ V amos, señores! No hay que poner esa cara de disgusto, después de todo están en Venecia...hay diferentes estilos de viajar y cada uno disfruta los lugares a su manera y de acuerdo con sus posibilidades. (Si mal no recuerdo, eran turistas alemanes)

O tra de la Serenissim a, con la proa de una góndola asomando con timidez en medio de la geometría urbana.

C reo que la joven se equivocó. El tango rezaba "... el mismo amor, la misma lluvia, el mismo, el mismo loco afán ." ( link ), que además El Mago no creo haya llegado a cantar, pero lo que recuerdo bien es que no se refería en ningún momento al " mismo gesto ", como en la foto,  uno su tacita de café (¿ El último ?"), la otra, su celular.

I magen tomada durante una aparatosa protesta contra la violencia de género llevada a cabo hace algunas noches frente a la Explanada Municipal. Aunque simpatizo con la causa, dudo mucho que tales manifestaciones de justo repudio e indignación alcancen a los perpetradores de crímenes violentos contra las mujeres. Sospecho que a quienes golpean o asesinan a sus esposas, novias y demás, únicamente acciones un poco más directas (como reventarlos a patadas, por ejemplo), aparte de aplicarles la ley, puede hacerles mella.

T ras el  tradicional  (y copioso) asado, mientras los adultos salíamos a dar una vuelta por el campo para ayudar a la digestión, algunos niños, más emprendedores, habían conseguido que los llevaran a dar unas vueltas en un caballo manso. Como era domingo, me acordé de la estupenda Un dimanche à la campagne , de Bertrand Tavernier  ( link ), pero sin los momentos dramáticos que hay en la película.

A ún a riesgo de que me tilden de paranoico, tengo que decir que por momentos y aún en esta época de democracia, por momentos tengo la desagradable sensación de estar siendo discreta, pero permanentemente, vigilado...

S iempre se dijo que los uruguayos somos rebeldes, que no nos gusta obedecer órdenes. Para Latorre (el mismo de esa  calle, que ahora se llama de otra manera) los uruguayos éramos "ingobernables", no sé de dónde habrá surgido esa peregrina idea.

N o sé si se trataba de una visita interesada -soplaba un viento terrible en la plaza- pero el caso es que esta amiguita vino a visitarnos y se quedó en el alféizar de la ventana del desk un buen rato. Notamos enseguida que le faltaba parte de la patita izquierda, pero preferimos ser discretos y no preguntarle qué le había pasado.

S iempre insistimos con eso de que vivimos en una ciudad más bien gris, pero en realidad, buscando un poco pueden encontrarse muchos colores en ella pugnando por hacerse notar.

A medida que el sol se desplazaba en el horizonte, las sombras iban cambiando, aumentando y tornándose amenazadoras. Pronto ocuparían todo el espacio de la plaza y por el momento, los escasos transeúntes iban quedando progresivamente arrinconados, limitados en sus movimientos por la invasiva oscuridad.

P or supuesto que no todos los celulares presentes en la plaza están abocados a descubrir monstruos ocultos, algunos simplemente tratan de reproducir la realidad de una manera más o menos discreta.

E n la plaza del Entrevero, los fines de semana al ponerse el sol, hay entretenimiento como para satisfacer todos los gustos: alguno buscan pokémons, otros bailan tangos y/o milongas, hay parejas que se hacen arrumacos y también están los que simplemente curiosean o fotografían a los demás, como yo. Ayer por la tarde, al regresar a casa de la agencia.

E stuve tratando de averiguar el autor/a de esa interesante intervención urbana realizada a escasas cuadras de mi casa, pero fue en vano. Continuaré insistiendo.

S in dudfa se trata de una maniobra desinformativa. Los mensajes que estaban en los pizarrones simplemente se instalaron en las paredes y la puerta metálica, escondiéndose detrás de formas diferentes. ¡Y a ver, que venga alguien a descifrarlos!

N o hay peligro de extraviarse en la Rambla Sur. Bien ubicados carteles de señalización creados por profesionales de la comunicación están ahí para guiarlo. No hay problema, puede estar tranquilo/a.

P ero antes de alcanzar el paisaje referido en la entrada de ayer, el paseante pasará a lo largo de un panorama desolado,  vacío de seres humanos, pero poblado de vehículos a la espera de sus dueños, y tendrá, inevitablemente, la desconcertante y engañosa sensación de ser el único ser vivo en el lugar y al mismo tiempo que la rambla le pertenece solo a él.

S i uno camina a lo largo de la Rambla Sur en dirección al puerto, poco antes de llegar a la entrada para la escollera Sarandí (paraíso de pescadores domingueros), va a abandonar el borde del mar para internarse de pleno en un sólido paisaje industrial. Ya está, es solo eso, sigan las indicaciones y disfrútenlo si les apetece.

E staba en la bahía, demasiado cercano a la costa para mi tranquilidad. Era un buque fantasma, ahora no me cabe duda,  me doy cuenta de que tan solo esperaba la oportunidad para hacer algo, algo malévolo, no quisiera volver a pasar por ahí cuando cae la noche.

P or algún motivo extraño y difícil de explicar, durante mi primera visita a Venecia me sentí vigilado permanentemente. Puede que sean solamente cosas mías, pero no sé, no sé...

U n grupo de amigos hablando de sus cosas, cosas venecianas, probablemente...o de fútbol.