Pantafotos

M e gusta contemplar la intersección de mundos o universos paralelos, rozándose apenas en una esquina de una ciudad cualquiera, en este caso, Kuala Lumpur.

E l ojo parpadeante de la televisión vigila a los ciudadanos incluso cuando éstos se hallan más distendidos, a la hora del almuerzo, por ejemplo. No deben dejarse hiatos por los cuales pensamientos e ideas inadecuados pudieran infiltrarse y corromper sus delicadas y débiles mentes. Un buen partido de fútbol, como en este caso, es todo lo que necesitan ver y escuchar.

U na calle en el "barrio árabe" de Surabaya, lugar adonde estuve permanentemente en riesgo...en riesgo de ser atropellado por un rickshaw, lo cual, aparte de ser potencialmente riesgoso para la salud, habría sido ridículo.

" ¡N ada de sucedáneos, quiero la Naturaleza de verdad! ", protestaba el joven apoyado en un muro con un graffiti, o eso me pareció entender que decía; no podría asegurarlo porque mi conocimiento del idioma indonesio es muy limitado.

" ¡N o pierdas tu tiempo fotografiando a esos animales ridículos, aquí estoy yo, bello y bien dispuesto! ", me espetó el atildado y arrogante león del templo budista, taoísta y confucionista en el Chinatown de Surabaya. ¿O era "confusionista "? Estos chinos siempre tan complicados...

L a gente va a la playa un domingo de tarde con diferentes expectativas: algunos quieren darse un refrescante chapuzón en el mar, otros, pasar unas horas de solaz con su familia. No son pocos los que simplemente quieren jugar un rato al fútbol, y siempre hay algunos que van con la esperanza de...enfin, no hace falta que siga, ya me entienden.

D e nuevo en el camino, a recorrer esas bien trazadas y espaciosas rutas indonesias por las que circulan confiados incontables conductores, respetuosos de las reglas del tránsito y del derecho de los demás. Toda una experiencia, pero no para los corazones débiles.

E l monito parecía distraído y no haberse dado cuenta del león que rampaba a sus espaldas con las fauces entreabiertas. Estaba por gritarle "¡ ojo atrás, mono tonto, que te pesca el león !", cuando dió un salto y se fue por una rama; me pregunto si no habrá sido todo una escenificación para engañar a los turistas y sacarles plata o alguna banana.

M ientras aguardaban a que les tocase su turno de entrar en escena, estos miembros de un grupo de música y danzas clásicas balinesas de Ubud, sentados detrás del escenario, lucían aburridos, aunque seguramente estaban apenas tensos.

E l trabajo por acá abunda -siempre hay algo que reparar- y se lleva a cabo utilizando, generalmente, métodos más bien primitivos, a veces, simple fuerza bruta. Pero no crean que los esforzados balineses están solos en sus tareas: bien dispuestos elefantes colaboran con ellos para hacerles las cosas más fáciles. ¡Qué animales tan comedidos!

E l personaje de la derecha estaba horrorizado: " ¡Hombres barriendo la vereda, cargando críos! Prefiero no enterarme. ¿Adónde vamos a ir a parar? ¡Sólo falta que tengamos que ponernos a trabajar! " Y el pobre se tapó la cara para no tener que contemplar tanto oprobio.

L a rutas en Bali, como en el resto de Indonesia, son estrechas, congestionadas y en ellas automovilistas, camioneros y motociclistas dan la impresión de disputar una competencia interminable para ver quién deja primero este mundo de forma violenta. El personaje de la izquierda podría estar encomendando al motociclista a algún dios protector, o quizás sean simplemente cosas mías.

E l improvisado guía del templo Pura Penataram Sasih, en los alrededores de Ubud, nos hablaba de las diferentes deidades del panteón balinés. Mencionó a Shiva, a Ganesh y a otros muy conocidos, pero se olvidó de incluir a dos que mi inefable cámara registró sin penas ni olvido: al implacable Cronos, arriba, a la derecha, y a su lado, apagado pero siempre dispuesto a dar el salto, como una cobra real, el temible Tevé, el Descerebrador.

A quí en Bali la presencia de la religión es constante, y no solamente del hinduísmo a la balinesa , sino también del budismo, esta última religión relacionada con el renunciamiento a las ambiciones y bienes terrenales. ¡Es maravilloso cuando uno puede estar en un lugar como este, donde la religión y la vida diaria forman un todo coherente!

L a mujer ponía ofrendas matinales a la entrada del templo Merta Sari, en Ubud, Bali, y cuando le llegó el turno de hacerlo frente a uno de los feroces guardianes de piedra, me pareció ver que el animal ponía cara de disgusto. No es para menos: unas florcitas, un poco de incienso y de agüita no alcanzan para nada, no sé si la señora era muy tacaña o demasiado ingenua, pero en eso le doy toda la razón al monstruo.

T ras llegar a Ubud salimos a dar una vuelta por el horno -quiero decir, por los alrededores- y llegamos a un lugar adonde tenían la mesa puesta, como esperando a alguien (¿a nosotros?). Nos alejamos discretamente, no fuera cosa de estuviese todo dispuesto para realizar algún sacrificio humano y precisamente estuviese faltando el "invitado de honor"...

B ien, mensaje comprendido: en ese sector de la playa, frente a un hotel, los turistas podrán alcanzar la plenitud y la paz espiritual sin mucho esfuerzo. Recuerdo que el autor Robert Pirsig decía en su conocida novela "El Zen y el arte del mantenimiento de la motocicleta" que si era cierto que podía hallarse al Buda en los vasos de las hojas de un árbol, también podía encontrárselo en los circuitos de una computadora. ¿Porqué no entonces en una playa de Bali?

L a mujer y el pequeño habían estado dejando ofrendas florales junto a unas imágenes en un templo junto al mar, adonde las frondosas copas de los árboles mantenían el lugar fresco y sombrío. Algunos podrían decir que al ir hacia la playa, ambos dejaban las sombras para entregarse a la luz. Otros podrían opinar exactamente lo contrario.

E l ajedrez es muy popular en Indonesia, al punto de que es común ver gente con el tablero de por medio en todas partes. Estos señores jugaban en la playa de Sanur, en Denpasar, Bali, Indonesia, al atardecer. Al menos el perdedor tenía el consuelo de poder disfrutar del paisaje y del entorno.

U na de las cosas más interesantes para presenciar en la región de Tana Toraja, en el sur de Sulawesi, en Indonesia, son los ritos funerarios que se llevan a cabo durante el "segundo entierro" del fallecido. Es una ceremonia que no tiene nada de triste y sí mucho de reencuentro familiar, con sacrificio de animales y abundante comida, algo inolvidable.

E n Sulawesi uno se puede cruzar con todo tipo de monumentos, representando gallos de riña, plantadores de café, bueyes, todos realizados en un estilo que recuerda al del más puro realismo socialista. Pero nunca me imginé que pudiesen erigir uno como el que alcancé a tomar desde el autobús, dedicado nada más y nada menos que a la Bala de Fusil. Seguramente rememora algún hecho importante de la lucha por la independencia contra el dominio holandés, después de la segunda guerra mundial, pero realmente no deja de ser algo curioso y para nada pacifista.

P ara los musulmanes, que son mayoría absoluta en Indonesia, el perro es un animal "impuro". Lo mismo podrían decir que los canes son arrogantes e irresponsables, por ejemplo, ya que estamos... El caso es que el pobre perrito negro de la foto, entre que estaba con sobrepeso y no podía correr y que lo tenían entre ceja y ceja desde su nacimiento, prefirió mantener un perfil más bien bajo y no mostrar los dientes. Pero como es un animal astuto, se puso en un lugar adonde alguien más grande los mostrase por él, cosa de cumplir con sus obligaciones sin arriesgarse.

P aseando por Makassar bajo un calor pre-infernal me topé con este templo chino, que presumo sea taoísta. ¿Que cómo lo sé? Bueno, no tengo la certeza, pero mirando bien se puede ver al fondo, pasando la puerta, lo que podría ser una versión posmoderna del signo del Yin y el Yang...

O tros marinos, sin embargo, pretenden mantener su imagen de recios navegantes y se niegan a abandonar a su esposa de madera así como así.

E l confortable sofá aguarda al marino para cuando acabe su jornada de trabajo en su viejo, pero aún confiable carguerito. ¿Quién dice que la vida en el mar carece de comodidades?

C alle de Jakarta con gente trabajando bajo la mirada vigilante de una gallina.

A ver qué hay por acá, a ver...juguitos, agüita mineral, mmm...¿no tienen granaditas de fósforo blanco, estos chambones, nada? ¡qué supermercado tan malo!..

S iendo un país conformado por miles de islas, es natural que las comunicaciones marítimas estén muy desarrolladas aquí en Indonesia. En el puerto de Sunda Kelapa, en Jakarta, es posible ver decenas de antiguos "schooners", antiguos barcos de madera, cargando y descargando mercancías, como si hubiésemos dado un salto hacia atrás en el tiempo.

C on su hermoso y elegante vestido largo de fiesta, la joven se sabía bella y admirada. Se sentía en el cielo.

E n Sumatra, como en gran parte de Indonesia, la gente cumple sus actividades diarias, muchas veces de índole tradicional, en medio de una naturaleza desbordante y lujuriosa. Los jóvenes son educados en la apreciación y el respeto de esta naturaleza y muy temprano desarrollan un marcado interés por su entorno natural, que puede comprobarse dondequiera que uno vaya.