Pantafotos

¡E so mismo, muy bien! Es con el ejemplo que se predica. Que no digan después que los jóvenes no están dispuestos a toda suerte de sacrificios en pro del bien común.

E ste turista de aspecto oriental -quién sabe de dónde venía- se había recostado un rato a dormitar en Liberty Island, a espaldas de la dama de la antorcha. Quizás quería que sus sueños, influenciados por su cercanía, estuviesen relacionados con la libertad en algunas de sus variantes: política, religiosa, laboral o incluso marital, vaya uno a saber.

L os marmóreos hablaban bajito, casi cuchicheando, para no molestar con su fría cháchara al esforzado joven, que seguramente se reponía del desgaste laboral al solcito. ¡Qué buenas estatuas!

E stos parecían ser miembros de una misma familia pescados luego de ser vencidos por el sueño en la Explanada Municipal en medio de un desplazamiento. Viajar puede ser muy agotador a veces.

L o que son estos tres, están profundamente dormidos y al menos en el caso del de la izquierda no me sorprende, veo asomar del bolso que utiliza como almohada una botella de somnífero. 

N o se molesten en preguntarle al señor de la derecha acerca de las alternativas de la intensa partida de ajedrez que se disputa a su lado; es evidente que no le interesa en absoluto.

C reo que este mendigo no había elegido precisamente un lugar muy adecuado para echarse a dormir...

E l intrépido investigador submarino Mike Nelson (interpretado por Lloyd Bridges) retorna a la superficie al terminársele el aire a su bibotella. Está frustrado, pues no ha podido localizar el tesoro que buscaba y tan solo ha hallado una buena cantidad de leña, de escasa utilidad, ya que por hallarse en el fondo del mar, está mojada..

N o todo el mundo la pasa igual de bien durante el carnaval. El grado de disfrute depende de muchas cosas, entre las cuales está el azar. Esta carnavalera con purpurina bajo los ojos no parecía estar divirtiéndose mucho, al menos en ese momento. Pero no hay que olvidar que las fotos siempre pueden mentir, como ya lo dijo el gran Walker Evans.

E n 1983 llegamos a la ciudad-puerto griega de Patras en pleno carnaval. No esperaba encontrarme con un carnaval tan provinciano y nostálgico, casi naïf,  diría, y precisamente por eso, con un encanto muy particular. No conseguí mucho fotográficamente, pero conservo esta imagen que me pareció interesante.

A unque el carnaval de Rio sea uno de los dos o tres más famosos del mundo, en la Quebrada de Humahuaca, en el norte argentino, se celebra también, de manera más modesta pero con similar entusiasmo y menor gasto.

H oy se inició la versión 2012 del carnaval de Rio con el tradicional desfile del grupo Cordao da Bola Preta. Recién me decían que este año hay millones festejando por las calles del centro, mucha más gente que cuando yo lo fotografié, en 1979, apenas llegado a la ciudad. Es lógico, en 33 años los carnavaleros tuvieron tiempo de reproducirse, y para matar a saudade , aquí va esta imagen tomada el la plaza Marechal Floriano, en Cinelândia, bien al inicio de la farra.

E ste otro señor descansaba plácidamente algo alejado del sol primaveral, que ya comenzaba a entibiar tímidamente y lo hacía bien acompañado, pues estaba rodeado de quienes eran probablemente sus mejores amigos.

N o se ve con claridad ¿no?, es que era pleno invierno y hacía frío -aún en el sur de Francia- así que el clochard se  refugió allí adentro. Si bien no era un lugar demasiado abrigado, además quedaba cerca del viejo puerto y corría la brisa, al menos tenía teléfono, por si alguien lo quería llamar.

E l peregrino en esta otra fiesta religiosa, la de la Virgen de Punta Corral, en el norte argentino, dormía -más bien se recuperaba- a pesar del estruendo circundante. Es evidente que estaba exhausto y no es para menos; las peregrinaciones a ese santuario, situado a más de tres mil metros de altitud, no son para cualquiera, y puedo asegurarlo con toda propiedad, pues fui alli varias veces.

N o es necesario asumir la posición horizontal para dormir, como cualquiera lo sabe, y en este caso, durante la celebración de la fiesta de la Virgen del Carmen de la Tirana, en el norte de Chile, hacerlo en posición fetal, lo ayudaba al sacrificado peregrino a conservar el calor. Es que para pasar la noche en pleno mes de julio a la intemperie en el desierto de Atacama, hace falta algo más que una simple mantita...

N o, no, nada de eso, el rock no es ruidoso, como algunos retrógrados opinan. Si lo fuese, el amigo de la foto no estaría tan profundamente inmerso en sus sueños en medio de la baraúnda -este...la música, quise decir- de las bandas que tocaban en el festival de rock de Montevideo. No hay que creer todo lo que a uno le dicen. Mantener un razonable grado de escepticismo en todo momento es muy saludable pare el espíritu.

U na plaza o lugar público es un sitio adecuado para dormir, en particular si uno puede estirarse a gusto y el solcito entibia lo suficiente como para que sea confortable.

D entro del bazar de Estambul estaba fresco y el muchacho se había dormido. En la pared, detrás suyo, un cuadro representaba al mismo bazar, probablemente, solo que un tanto más animado. ¿Estaría el durmiente soñando también con un bazar?, y si así fuera, ¿cómo sería?

L os turistas estaban entusiasmados y les sobraban motivos, Roma es magnífica. Pero el vagabundo los ignoraba, desdeñoso y dormitaba apaciblemente. Después de todo, ¿qué sabían ellos? Cuando ellos se fuesen a dormir a sus confortables hoteles, la ciudad quedaría nuevamente vacía y él podría recorrerla a sus anchas, como cada noche desde que podía recordarlo.

E ste carnavalero estaba juntando fuerzas para cuando comenzase la fiesta en serio, y aunque a primera vista se me ocurre que mientras dormitaba  bien podría estar perdiéndose algo interesante, supongo que sabía lo que hacía.

E l mendigo dormía sobre una entrada enrejada que parecía conducir a un lugar subterráneo iluminado (¿por las llamas?). Quizás no era nada más ni nada menos que una de las tantas entradas al reino del fuego y el sufrimiento eternos, el Infierno. Aunque pensándolo bien, el pobre hombre de algún modo  ya estaba en el infierno...

E l problema de dormir en exceso y en momentos inadecuados es que uno, en ese afán de aferrarse al mundo de los sueños, a veces tan satisfactorios, puede dejar pasar cosas importantes, como por ejemplo el amor. Son opciones, cada quien sabe lo que le conviene, o al menos debería saberlo.

A esa hora el centro de Rio siempre está agitado y cuando tomé la foto la gente iba y venía apresurada, con la mente en otra cosa y sin tiempo para bajar los ojos siquiera un instante para mirar al hombre que dormía ahí abajo no más, a sus pies, imperturbable.

E l joven turista, de escasos recursosfinancieros, finalmente llegó a destino: la legendaria playa de Copacabana, frecuentada por no menos míticas garotas, bellas musas de artistas varios. Estaba tan exhausto que se quedó dormido y entonces soñaba que estaba en una playa tropical a la que músicos y poetas le dedicaban sus mejores estrofas.

M e temo que la agencia turística que organizó esa excursión no sea muy eficiente. No sé respecto a los paseos y visitas en general, pero en lo que se refiere al alojamiento que le consiguieron a sus pobres clientes, me parece que podrían haberse esmerado un poco más.

A lgunos hacen más que simplemente lustrarse, o hacerse lustrar, los zapatos: duermen con ellos, como el de la foto, que utiliza uno de los suyos como almohada. ¿O será acaso que el lustrabotas demora mucho en su tarea y el cliente decidió echarse una siestita mientras espera su turno?

L legar a la famosa plaza Garibaldi, en la ciudad de México, fuera del horario habitual de cantarolas puede conducir a la decepción, como en este caso. Los músicos dormitaban plácidamente al sol y dado lo temprano de la hora, estoy seguro que su temporal adhesión a Morfeo no era alentada por Baco, para decirlo en tono helénico. Por suerte tenía la cámara conmigo, como siempre, así que no fue tiempo perdido.

E stimados colegas periodistas, a "ponerse las pilas" para escribir un poco mejor y de forma más amena, ¡que si no se nos duermen los lectores! No todos podemos ser como el "Gabo" García Márquez, ya se sabe, pero de ahí a utilizar una prosa soporífera para describir una retahíla de noticias anodinas, hay un mundo de diferencias. Pobre señora, dormida durante su trabajo y en pleno día, es un abuso...