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Mostrando entradas de agosto, 2016

Más vida cotidiana en Venecia II

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A l igual que esas personas a las que toda la ropa que se ponen les queda bien, en Venecia cualquier cosa que hagan sus habitantes luce interesante, hasta descargar mercadería de una barcaza a la orilla de un canal.

Más vida cotidiana en Venecia

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O tra imagen de la vida cotidiana en Venecia. Cuando no hay turistas, los venecianos vuelven a aparecer y las cosas vuelven a encaminarse.

Reconfortante

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D ebe ser muy reconfortante para los marinos que se encuentran a miles de millas de su hogar y de sus seres queridos saber que ahí nomás, a la salida del puerto, los aguarda una segunda casa. Bueno, en realidad no estoy muy seguro de cuán acogedora pueda llegar a ser esa casa en particular.

Furioso

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A lgunos graffitis, como ya he dicho, están muy bien realizados. Este, en particular, hacía referencia a dos temas que siempre me interesaron y de un modo u otro atrajeron la atención de mi cámara: gatos y libros.

Constructivista

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U na imagen de inspiración  constructivista ,  aunque con mucho de destructivista , en realidad,  tomada por ahí hace un par de días.

Inusual

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E stá haciendo un invierno inusual, días de mucho frío intercalados con intentos primaverales. La rambla sur está semidesierta, ideal para pasear y mantener animadas conversaciones como si fuesen en privado.

La columna

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P asaron los años, 43 años, para ser exacto, y muchos de los que estaban presentes cuando tomé la primera imagen, recién instalada la dictadura, seguramente ya no están. Hoy, en el mismo lugar, decenas de jóvenes cazan en sus celulares monstruos mucho más inocuos que los que nos perseguían entonces. Y la columna de hierro, que vio pasar tantas cosas, sigue allí como si nada. ¡La columna como testigo de la historia! ¿Qué tal?

Sin diferencias

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Y dale con el Pokémon...la plaza del Entrevero, adonde parece ser que se concentran monstruos, está invariablemente concurrida por jóvenes de diversas edades enfrascados en sus celulares, en plena cacería. No deja de ser divertido, por cierto y cazar monstruos virtuales es siempre mejor que salir a cazar extranjeros, o gente de otra raza o color o que piense diferente a uno, como todavía hacen en algunos lados cada vez que pueden.

Afortunados

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S on afortunados, los venecianos. Pueden lavar sus vehículos personales invierno y verano sin gastar en agua y aunque haya restricciones para usarla para regar los jardines o lavar los autos durante los meses estivales...

Conflictivo

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D ebe ser difícil mantenerse en la línea, con toda esa lucha intestina (¡puaj, qué asco, intestina!..) entre ideologías tan opuestas manifiesta en las paredes de la ciudad, a cada paso, y para peor, con esta llovizna tan molesta...

Bienvenido/a a bordo

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E stá bien, no hay una alfombra roja para abordar y tampoco un mullido sillón para su trasero, pero, vamos, es una góndola y estamos en Venecia, después de todo, ¿qué más puede pedir?

Al acecho

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M e habría gustado poder pensar que esa gente estaba tratando de descubrir a Onetti, que yo había fotografiado a pocos pasos de allí algunos días atrás (ver entrada anterior). Pero no, seamos realistas, seguramente estaban tratando de localizar algún Pokémon, como está de moda ahora, la literatura nunca estuvo de moda, admitámoslo.

Onetti

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O netti se fue del país en 1974 y nunca más regresó, pero además de estar siempre presente entre nosotros a través de sus libros, cada tanto se da una vuelta por Montevideo y es posible descubrirlo, como si fuese un Pokémon literario, en lugares insospechados, siempre listo para espetarnos algún pensamiento inteligente y cáustico.

Bruma

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S e aproximaba la medianoche, hora de partir de regreso a casa, y la Plaza Independencia presentaba un aspecto levemente siniestro, envuelta en la bruma, como en una película expresionista de los años 30. Por suerte me pasaban a buscar, no me resultaba para nada tranquilizador recorrer las calles en esas circunstancias, con posibles asesinos y/o vampiros agazapados entre las sombras y al acecho.

Presagio de tinieblas

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P or suerte aun era de día, porque sospecho que al caer la noche, las tinieblas se cernirían sobre la costa de la Serenísima, ya que alguien se había ocupado de quitar las lamparillas, dejándola indefensa ante al avance de las sombras.

Atalaya

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L a ciudad había amanecido envuelta en un manto lechoso, pero no por ello la pequeña Arrobita descuidaba su vigilancia. Desde lo alto de su atalaya tenía una buena visión de su zona de control y no se perdía detalle alguno.

Oscuridad

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U n extenso apagón había sumido en las tinieblas, aunque era mediodía, a todo el país y yo había tenido que subir once pisos por escalera para resolver un trámite. A mitad de camino, por una ventana abierta, tuve un atisbo de las azoteas vecinas y entre las aburridas  torres vi esa azotea más baja, confortablemente dispuesta para ser disfrutada bajo el pedacito de cielo que tenía encima. Solamente le faltaban unas cuantas plantas para que fuese un jardincito oculto en medio del concreto de la ciudad.

Desolación

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E l centro de Montevideo, en la Plaza Cagancha, para ser más preciso, al mediodía, también puede presentar un aspecto desolado, ¿o no?

Confuso

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Q ue me disculpen los ciudadanos que protestan, según pude entender, por un a desavenencia laboral, pero lo que sí me queda claro es que no tienen mucha capacidad de comunicación que digamos, el mensaje que quieren transmitir -en plena avenida 18 de Julio, además- es bastante confuso.

Inconvenientes

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A parte de los inconvenientes debidos a la humedad y al periódico aluvión de turistas, vivir en Venecia presenta a veces otros inconvenientes no tan obvios. Supongo que cuando llueve mucho, sus habitantes salen llevando, en lugar de galochas, patas de rana.

Dueños y señores

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Y a lo dije antes, los felinos son amos y señores de los callejones de Venecia, lo sé perfectamente porque tuve que pedirle permiso al gato blanco ese que está en el medio de la foto para poder circular por la zona.