Pantafotos

G iannella estaba pagando los sueldos y el jovencito se había propuesto mordisquear los cheques. Como no lo dejaban, se puso a protestar. También ¡hay cada represora, pobrecito!

P arece ser que estos comerciantes callejeros no tenían muchos clientes esta tarde, pese a las fiestas, porque se los veía muy entretenidos en otros menesteres no profesionales.

N o voy a comentar estas dos imágenes, creo que no hace falta. Solamente voy a decir que las tomé esta tarde en la misma calle, en el centro de Montevideo, a menos de una cuadra de distancia entre si y en un lapso de cinco minutos.

H ace menos de dos horas, y con mucha pena, tuve que hacer "poner a dormir" a mi gata Kiki, uno de mis felinos, afectada por un tumor maligno de rápido crecimiento que le hizo -y a mí también- la vida miserable durante las últimas semanas. Fue un animal particularmente cercano, en especial durante las noches, cuando junto con su hermanastra Clarissa ocupaban buena parte de mi lugar en la cama. Me permito citar un comentario de mi viejo amigo Julio César respecto a las mascotas, quien expresó lo que siento mucho mejor de lo que podría hacerlo yo en este momento: " Decía Alfonso X que si el Señor lo hubiese consultado, podría haberle dado buenos consejos para la creación. Si me hubiera consultado a mí, le hubiera sugerido que los mejores compañeros del hombre no deberían vivir tan poco "

A lgunos hacen cualquier cosa para desconcertar a los demás. Por suerte muchos de nosotros somos lo suficientemente inteligentes como para no confundir el tambor de la izquierda con el tacho de residuos, por ejemplo..¿o es al revés y el tambor está a la derecha?.. Bueno, como sea, tal como dije antes, hay gente muy fastidiosa...

H oy por la mañana Montevideo continuaba ofreciendo el aspecto de haber sido abandonada por sus habitantes. Y no pude menos que recordar otra ciudad muerta cuyas ruinas magníficas yacen sobre el desierto como un espejismo: la legendaria Palmira de la reina Zenobia. Pasear en medio de sus ruinas al atardecer es una sensación extraña, mezcla de asombro ante la belleza de sus orgullosas columnas de mármol que abandonan la arena para señalarnos el cielo, y de la profunda melancolía que provoca la contemplación de una ciudad que desde hace siglos duerme para siempre.

H oy por la tarde regresé a casa de la agencia por el mismo camino de siempre, pero con la sensación de atravesar una ciudad abandonada. No, exagero, la de la foto sí que era una ciudad abandonada...

N o eran aún las cinco de la tarde y ya el centro se estaba quedando vacío. Las empleadas de las tiendas de la cuadra, portando bolsas con regalos navideños, se estaban apresuradas a sus casas, si es que no lo habían hecho ya. En la vereda el corro habitual de ajedrecistas seguía allí, como si no fuese 24 de diciembre, imperturbables, aunque no sé por cuánto tiempo más. ¿Qué puede ser más interesante que una final de dos alfiles y rey contra rey, por ejemplo? Pongamos las cosas en su justa dimensión...

P ara aquellos que incluso tan cerca de la Nochebuena aún no saben qué regalarle a sus seres queridos, aqui va esta imagen con algunas sugerencias de ramilletes muy creativos. Si no les gusta no puedo hacer nada, lo lamento...

A travesaba cautelosamente el arrozal hacia las viviendas, cámara en mano, en procura de algo que fotografiar, cuando de pronto, con un salto impresionante, el tigre se plantó frente a mí, impidiéndome el paso. "¡ Roar !" -dijo con estudiada elocuencia, y ante ese inesperado desborde de bestialidad, me di por perdido. El felino se acercó más con las fauces entreabiertas -no sé si para que le viese los largos colmillos o si sonreía- y cuando yo ya esperaba el salto final, me espetó, envuelta en su fétido hálito de fiera carnicera, la temida frase: " Taxi, Sir? I can take you everywhere! " Recuerden mi consejo: nunca se adentren por un arrozal en Bali sin la compañía de un buen guía; pueden tener encuentros desagradables.

A nte la inminencia de las fiestas, el hombre no se pudo contener y pidió un deseo, algo que anhela dese hace mucho tiempo. Satisfecho, se tomó unas copas, unas cuantas de más, posiblemente, pero mientras yacía ebrio en la vereda, ofreciendo una imagen patética a los transeúntes que se apresuraban a regresar a sus casas, soñaba. Y en sus sueños su deseo se realizaba y entonces era feliz.

T odas las mañanas los balineses, como buenos hindúes, realizan sus rituales religiosos, lo que los indios llaman "hacer puja", colocando pequeñas ofrendas de flores junto a las imágenes de sus dioses. Esta ofrenda en particular había sido puesta sobre el capó de un auto nuevo, presumiblemente por su dueño o dueña. Que cada uno extraiga sus propias conclusiones...

M ientras aguardaban a que el asado estuviese pronto y mientras los niños hacían uso de la piscina en el jardín, a algunos adultos se le ocurrió parcticar algo de deporte para estimular el apetito y allí estaban, enzarzados en un tremendo partido. Nada como algo de actividad física para compensar una pantagruélica y ritual ingesta cárnica.

A yer estaba en la agencia y al mirar hacia afuera vi algo que me llamó la atención. "¿Cuándo fue que pusieron ese cuadro que parece de Magritte?"- me pregunté mientras me acercaba a examinarlo con detenimiento No era un cuadro, comprobé decepcionado, sino un reflejo en una de las ventanas laterales del desk. Parecía una pintura, realmente, pero es bien sabido que la realidad suele imitar al arte con frecuencia.

H ablando de refinamiento, una de las ventajas de viajar es la de poder exponerse, de vez en cuando, a las muestras de buen gusto de otras culturas. Esta imagen, tomada en el lobby de un hotel chino en Bukittinggi, Sumatra, puede servir de ejemplo. ¿Qué, no les gusta?

S iempre pienso en Buenos Aires como en una ciudad cuyos habitantes -en particular, las mujeres- van vestidos a la última moda, o al menos, de manera moderna. Sin embargo, mirando bien, uno puede descubrir notorias excepciones, pues gente anticuada hay en todas partes.

" ¿ P or qué se apuran, adónde van con tanta prisa ?¨preguntaban los Budas, calmos y desafectados como si fuesen de piedra.

M e gustan las escenas nocturnas como ésta, elegida un poco al azar y puesta en la página de hoy porque sí, nomás, no creo que haga falta explicar siempre todo, ¿o sí?

E ra asombroso el coraje de esos pequeños, que devoraban sus meriendas completamente indiferentes al apresto bélico que se armaba junto a ellos, con desembarco y todo. No me sorprende que los indonesios hayan podido correr a los holandeses de sus tierras a pesar de su desventaja en lo que se refiere al armamento.

H oy estuvo lloviendo casi todo el día, así que para compensar el mal tiempo, se me ocurrió poner esta imagen mostrando a un grupo de dioses estacionados en medio de un campo, haciendo algo o esperando por algo o alguien, no me pregunten qué o quiénes, que después de todo, ellos son dioses y no tienen porqué estar dándome detalles de sus andanzas.

L a niña por lo visto vendía estampitas religiosas por 18 de Julio y cuando la vi se estaba zampando una enorme hamburguesa. Tenía claro, pese a su corta edad, que si bien hay que darle alimento al espíritu, no hay que olvidarse del cuerpo.

E n esta época de compras navideñas, el patrullaje por el centro de la ciudad -así como en otros lugares- se ha intensificado con el fin de evitar actividades indeseables. Capté ayer por la tarde a estas dos policías que se paseaban vigilantes en medio de la muchedumbre, con sus chalecos antibala, sus pistolas Glock de 9mm, su radio abierta y sus graciosos rodetes asomando rebeldes por debajo de sus boinas negras de granaderas.

U tilizando como fuente de inspiración el relieve de esos griegos con flautas que está en el macetón, los jóvenes músicos se aprestaban a iniciar su concierto. No me quedé a escucharlos, pero dudo que sonasen igual, de todos modos.

M ontevideo también posee edificios antiguos muy bien conservados. Éstos pueden ser disfrutados por sus prósperos habitantes como parte de un entorno siempre bien cuidado y mantenido por nuestros sabios gobernantes, permanentemente atentos a las necesidades de los ciudadanos.

P ara seguir con Buenos Aires, esta imagen tomada temprano por la mañana en los alrededores de la plaza San Martín, una zona adonde abundan los viejos y señoriales edificios construidos con la mirada puesta en Europa.

B uenos Aires tiene un poco de todo: de lo bueno y de lo malo. Ofrece muchas más posibilidades, en todo sentido, que las ciudades más pequeñas. Me gusta mucho fotografiarla, allá mi cámara enfoca cosas distintas que en Montevideo, y yo no hago más que seguirle la corriente.

B uenos Aires es una gran ciudad, con una actividad incesante y sin embargo siento que está a una escala más "humana" que muchas otras ciudades que he conocido. De todas formas, confieso que, a pesar de que me gusta mucho, a los pocos días ya comienza a cansarme y deseo volver a Montevideo. Ese es uno de los problemas de ser provinciano, sin duda.

D e vuelta por los pagos -o casi, la foto es en Buenos Aires- con un buen cargamento de imágenes, experiencias y bastante cansancio. De vuelta al tránsito más o menos ordenado, al clima soportable, a las milanesas con papas fritas y...este... en fin, a la propaganda pornográfica callejera...

E l concepto de elegancia está, naturalmente, ligado a la cultura en particular a la que nos referimos. La chica de la foto, sentada en un restaurante callejero en el barrio chino de Kuala Lumpur, con sus zapatos de plástico adornados con sendas moñas de ídem, estaba vestida de acuerdo con los gustos del lugar al que pertenece, no hay razón alguna para criticarla, aunque nos parezca un poco raro.

P or encima del tejado del templo Guan Ti, dios chino de la guerra, en Kuala Lumpur, puede verse el firmamento poblado de estrellas. ¿Cómo, no lo sabían? Las estrellas por allá son cuadradas...

L lueve a cántaros, como sólo llueve en los trópicos, y mientras los clientes juntan coraje para arrimarse hasta el restaurante en la calle, con sus mesas y la cocina en la vereda, uno de sus dueños se sumerge un rato en su diario para enterarse un poco de lo que ocurre más allá del barrio chino de Kuala Lumpur.