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Mostrando entradas de octubre, 2012

Mar enfurecido

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A yer estuve en Piriápolis y fui de visita a la playa, a ver el mar. Durante los últimos días estuvo muy agitado, casi furioso, podría aventurar que lanzaba espumarajos de rabia. Aquí va la prueba correspondiente.

Con la ñata contra el vidrio

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E l señor me recordó al famoso tango, cuya letra, parfraseada, vendría a decir " De veterano te miro de afuera, como esas cosas que nunca se alcanzan.. ."

Para jugar mejor

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P ara jugar realmente bien y poder darle unas buenas palizas a esos ajedrecistas abusivos que pareciera que no tienen otra cosa que hacer en la vida que pasarse mañanas y tardes frente al tablero, no hay nada mejor como comenzar a aprender desde niño, robándole algo de tiempo a los necesarios juegos infantiles, si hace falta. ¡Dentro de unos pocos años vamos a ver quién le gana al del triciclo!

Letrado

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N o fue a la entrada de la feria del Libro ni en las escalinatas del Ministerio de Cultura. El hombre, mientras probablemente se recuperaba de una notte brava en la escalera de acceso a una oficina pública cerrada -fue ayer sábado- quiso dejar bien claro que no era en absoluto un iletrado.

Indiferentes

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C omo la marcha era en silencio -cientos de mujeres protestaban contra la violencia doméstica- estos ajedrecistas, apremiados por el reloj ("...esa otra daga, el tiempo", como escribiera Borges) no parecían siquiera enterarse.

Descontraídos

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E stos ajedrecistas sentados en plena avenida 18 de Julio se tomaban la partida con toda calma. Uno de ellos, con calor, se había quitado la camisa (ignoro si antes se despojó también de la corbata, si la tenía) y por si la partida le resultaba muy aburrida,  por las dudas tenía a su lado un montoncito de revistas de esas que uno ni siquiera ojea en la sala de espera del dentista.

Peatonal Sarandí

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H aciendo caso omiso de las largas colas de clientes tratando de comprar sus productos, estos dos vendedores o artesanos se ocupaban de cosas más serias sin hacer caso del tumulto.

Al caer la noche

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C ae la noche y ambos héroes, el griego y el troyano, continúan combatiendo alrededor de las murallas de la ciudad. Sus respectivos reyes resisten, escudados tras torres y caballos, los peones, en cambio pueden ser fácilmente sacrificados al dios de la guerra.¿Cuál de los dos prevalecerá?

En la estación

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E sperando que llegue el tren, posiblemente una imagen no muy propagandística para los ferrocarriles argentinos, pero en fin, nosotros en el Uruguay ya ni siquiera tenemos trenes desde hace mucho tiempo.

Imitadores

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A penas retorné de Indonesia con los chismes sobre los jugadores callejeros, algunos copiones se preguntaron ¿y porqué no nosotros? y pocos días después registré esta escena en pleno 18 de Julio. Me hicieron sentir como Marco Polo, trayendo novedades de Oriente.

Imitadores

Cartas como alternativa

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N o es que en Indonesia únicamente jueguen al ajedrez, no. El mismo día que tomé la foto de la entrada de ayer, apenas un poco más tarde y no demasiado lejos, este grupo de vendedores ambulantes jugaban a los naipes. Hay que decir las cosas como son.

Arrinconados

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A unque arrinconados entre los vehículos, estos dos jugadores no aflojaban. Una de las tantas ventajas del ajedrez es que requiere menos espacio que para jugar al tenis, por ejemplo.

Asiladas

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E stuve un rato oteando el horizonte desde la ventana de la oficina, buscando las nubes y nada...el cielo estaba límpido y sin trazas de ellas. De pronto miré hacia mi izquierda y las descubrí: las muy taimadas se habían refugiado, junto con un pedacito de cielo cómplice, en el edificio de al lado.

Naipes en la plaza

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N o todos los jugadores son unos intelectualoides que se devanan los sesos con lentísimas y aburridas partidas de eso que llaman ajedrez, o algo por el estilo. Estos dos amigos, el vendedor de garrapiñada y su amigo, parecían estar muy entretenidos sin necesidad de poner cara de concentración extrema.

Sustitución

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C ansados de dejar a un lado a los que no entienden de ajedrez, los jugadores empuñaron las cartas, convidaron a un par de caballeros a sentarse junto a ellos y de cuatro hicieron una partida de truco sobre el tablero. Por suerte no pasó ningún purista en ese momento o habrían tenido que escuchar algún comentario mordaz que otro...

Atardecer en la Rambla Sur

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U n simple  paisaje tomado el atardecer del domingo último en la Rambla Sur, uno de mis paseos favoritos.

Felipe Polleri II

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M i amigo, el escritor Felipe Polleri fumando en la terraza de la Intendencia después de presentar el libro de Mario Bellatin durante la Feria del Libro, y yo, siendo "políticamente incorrecto" al fotografiarlo con un cigarrillo en la boca. ¡Vaya dúo de transgresores!

La suerte esta echada (al abandono)

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A yer un amigo y colega me dijo poco antes de salir de la agencia "¡ tenés que verlo, en el hotel a la vuelta están dejando de lado a la diosa Fortuna, la tienen tirada en la vereda !". Salí presuroso cámara en mano y me encontré, efectivamente, con una larga fila de emisarios del azar esperando a que los embarcasen con rumbo a mejor puerto. Me pregunté de inmediato si la dirección del prestigioso establecimiento que hasta hace poco les había dado albergue  había decidido reemplazar los traganíqueles por tableros de ajedrez o de go. A lo lejos me pareció ver la silueta ecuestre de don Julio César que, a punto de internarse en las aguas del Rubicón pronunciaba su famosa frase " Alea jacta est (la suerte está echada)". Echada, sí, pero en este caso, echada al abandono, pobrecita...

Ajedrez en la playa al atardecer

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E stos caballeros jugaban junto a la playa de Sanur, en Bali, al atardecer. No les importaba nada más que su tablero: ni la sugestiva luz crepuscular, ni las sinuosas turistas rubias que pasaban en suscintos trajes de baño cada tanto por los alrededores, nada. Para ellos, alfiles y torres, nada más, y que no molesten. Dos sabios.

Mario Bellatin

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A yer de tarde, al regresar de la agencia, me di una vuelta por la Feria del Libro, que se lleva a cabo en la Intendencia. Fue una visita con suerte, porque charlando con sus editores en Montevideo, allí se encontraba el escritor mexicano Mario Bellatin, una figura importante dentro de la literatura latinoamericana actual y un autor que me gusta mucho.

Ajedrez en la playa

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E n la playa de Kuta, en Bali, no sólo se ven surfistas australianos, también hay ajedrecistas. La imagen a la derecha muestra un instante de una especie de microtorneo internacional, con el turista de la derecha rodeado por amables, aunque temibles, adversarios locales.

Indiferentes

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I ndiferentes al ajetreo, igual o mayor que el que tienen en torno mis multifotografiados ajedrecistas de la avenida 18 de Julio en Montevideo, estos caballeros en el centro de la populosa Jakarta parecían estar pasándola muy bien. Los indonesios son grandes aficionados al ajedrez.

Tinieblas

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E n ese salón de billar, oculto en el último piso de un centro comercial decadente en el centro de Kuala Lumpur, en Malaysia, las inflexibles normas imponían un estado de semioscuridad en torno de las mesas, para que no quedase en evidencia la humillación en el rostro de alguno de los jugadores cuando su rival realizaba una jugada magistral. Como quien dice, jugaban inmersos en el corazón de las tiniebla s .

Apasionante

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C omo podrán deducir observando la posición de las piezas, la partida está apasionante, el señor del medio no puede sacar los ojos del tablero.

Tránsito

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L a partida parecía interesante, al menos había conseguido parar el tránsito, lo que no es poco decir.

Absortos

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Q ué playa ni qué playa, nosotros estamos entretenidos con nuestra partidita de cartas y no perdemos el tiempo en bañarnos o contemplar el panorama! ¡Hemos venido a pasar un buen rato y basta!

Nombre adecuado

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V íctor es pintor y ajedrecista, y siempre que he ido al taller del pintor Clever Lara, adonde tiene su caballete, lo veo ocupado con el tablero. No es nada malo su nombre, Victor, para un jugador de ajedrez, algo como para tener en cuenta al enfrentarlo...

Paisaje peligroso

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E l riesgo mayor que corrían los participantes de ese campeonato radicaba en la posibilidad de que, distraídos, se concentrasen en el tablero equivocado, el de la pared, dándole así una ventaja inesperada a sus rivales.